-Y bien, ¿qué opinas? -me pregunta al ver que no digo nada una vez que ha acabado de contarme su plan con pelos y señales.
Tiene gracia que me lo pregunte porque lo que opino es que está como una regadera. Tiene que estar tomándome el pelo, como hacía cuando éramos pequeños, porque nadie estaría tan loco de intentar algo así.
-Te dije que iba a alucinar -comenta Ava, que me mira con una sonrisa divertida mientras se balancea en su silla como lleva haciendo desde que Helena empezó a hablar. -¿No te gusta la idea?
-No podéis estar hablando en serio -consigo decir al cabo de un rato. Paseo la mirada entre las dos chicas, intentando deducir si me están gastando una broma o están hablando completamente en serio. Lo peor es que no sé cuál de las dos opciones prefiero. -¿De verdad pretendéis ir a Marte?
-¿Recuerdas cuando jugábamos a que el viejo sofá del salón era una nave espacial y con él viajábamos por todos los planetas del Sistema Solar? Te encantaba jugar a los astronautas -dice y seguidamente se vuelve hacia su novia -. Hasta se ponía una cacerola en la cabeza como si fuera un casco. ¡Tendrías que haberle visto!
Ava se ríe y yo me revuelvo incómodo en mi silla.
-Pero eso era distinto, Helena. Podíamos estar en Marte y un segundo después de vuelta en el salón a tiempo para la merienda.
-Piensa que los marcianos no pueden ser peores que los hombres verdes que hay en la Tierra -interviene Ava, que no ha borrado su sonrisa.
-Tú mismo decías que si ganaban los fachas, una opción sería marcharse a vivir a otro planeta -argumenta mi hermana.
-Ya lo sé, pero no lo decía en serio. Sólo lo usaba como un mecanismo de defensa para no asumir la realidad de que estábamos a un paso de volver a 1939. Si nos vamos a Marte, habrá muchos peligros, no es tan fácil como parece y eso que para empezar ni siquiera parece fácil.
-A tu tocayo Ulises no le frenaron los posibles peligros que pudiera haber para emprender su viaje rumbo a Ítaca -dice Helena.
-¡Oh, venga ya! No es lo mismo -me estoy empezando a poner nervioso. -Él sólo quería volver a casa.
-Nosotros ya no tenemos una casa a la que volver. Ellos se han ocupado de eso -dice mi hermana con voz cansada
-Pero tiene razón, no es lo mismo -confirma Ava y me sorprende que me de la razón-. Nosotros no tendremos que enfrentarnos a cíclopes o sirenas en un nuestro viaje. Y tampoco tenemos a medio panteón en contra nuestro así podríamos decir que Ulises lo tenía mucho más difícil que nosotros. Aún así, consiguió volver a su isla y derrotar a todos los Pretendientes que asolaban su hogar. Nuestro viaje es más largo, pero al final también nosotros acabaremos recuperando nuestra casa.
No se me ocurre qué decir ante las palabras de Ava, así que me vuelvo hacia mi hermana, que tiene los brazos cruzados y su mirada está en puesta en mí.
-Helena, no podéis iros.
-Uli, no te estoy pidiendo permiso para ir, te estoy ofreciendo un sitio en el cohete, una oportunidad para que estemos juntos -dice mirándome desafiante. -El mundo está en llamas y yo no pienso quedarme aquí para verlo arder. España no es el único lugar donde los fascistas han triunfado: Brasil, Italia, Suecia... Todos ellos han caído. Por todos lados los recursos escasean y se avecina una guerra entre las grandes potencias que dejará el planeta irreconocible. Eso si el planeta no muere antes gracias a que ningún político o empresario aplicó medidas para conservar el medio ambiente cuando todavía era posible el cambio. Aquí ya no nos queda nada y ahora tenemos la oportunidad de empezar de nuevo en otro lugar.
En ese momento me doy cuenta de que no tengo nada que hacer. No voy a encontrar la forma de convencerla de que se quede, lo que solo me deja una alternativa.
-Está bien -suspiro-. Contad conmigo.
A Helena se le ilumina la cara y se levanta de su silla para darme un abrazo, al que también se une Ava.
Tras la comida, Helena se va a trabajar y Ava me explica detalladamente cómo piensan llegar hasta nuestro vecino rojo y descubro que tienen todos los detalles muy bien cuidados.
-¿Has oído hablar del Proyecto Mars One? -pregunta Ava, tras haber extendido un mapa enorme de Marte en el suelo del salón-. Es un proyecto creado en 2011 para enviar a las primeras personas a Marte. Ya se han enviado satélites a la órbita marciana y este año también despegarán seis misiones cargo con un rover y varias unidades de soporte. Está programado que la nave con la tripulación parta en 2031 y ahí es donde entramos nosotros. Tenemos gente dentro que nos ayudarán a colarnos en el recinto y, cuando la nave despegue, seremos nosotros los que estemos dentro y no los astronautas seleccionados para la misión.
-¿Cuánta gente está implicada? -pregunto sorprendido de que haya más gente a parte de mi hermana y su novia que esté dispuesta a arriesgar su vida por irse de la Tierra.
-No puedo decírtelo porque no lo sé. Ni siquiera sé el nombre del resto todas las personas que vendrán con nosotros en la expedición. Sólo sé que uno de los pilotos de Mars One es de los nuestros. Cuanta menos información tengamos los unos de los otros mejor, así si pillan a uno no puede delatar al resto.
-Pero tiene que haber alguien detrás de todo esto.
-La ODEDE, que son las siglas de Organización De Enemigos De Españita. Y no, no me estoy inventando el nombre. Uno de los miembros de la organización contactó conmigo en la universidad, necesitaban ingenieros y sabían que yo era española.
-Un momento, ¿me estás diciendo que hay una organización entera que se encarga de este proyecto? ¿Una organización profesional?
-No es tan raro. El objetivo de la misión es crear una pequeña colonia roja en suelo marciano. Las primeras expediciones, entre las que se encuentra la nuestra, son de reconocimiento. Después, seguirán llegando naves con refugiados que huyan del gobierno del hombre verde. Esto podría salvar vidas.
-Vale, admito que puede ser un gran plan si conseguís sacar a la gente de España primero, pero ¿qué pasa con la gente de Mars One? No creo que os dejen llevaros las naves como si nada.
-Eso déjaselo a los altos mandos de la ODEDE. Por lo que a mí respecta, lo único que vamos a hacer es quitarle uno de sus juguetes a unos multimillonarios a los que las vidas humanas, salvo las suyas, no les importan lo más mínimo.
Sé que tiene razón. Por mucho que los políticos siguen queriéndonos hacer creer que el poder sigue en manos del pueblo, la realidad es que sólo somos marionetas en un teatro montado por las grandes empresas, que son las que verdaderamente toman las decisiones, incluso en los países que siguen siendo aparentemente democráticos. Cualquiera de esos empresarios podría comprar un país entero, si se lo propusiera. Pero claro, ¿quién se conforma con un país cuando puede conseguir un planeta entero?
Nos pasamos el resto de la tarde hablando sobre Marte y estudiando el mapa de Ava. Helena llega cuando ya se ha hecho de noche y se une a nosotros. Así es como empieza mi entrenamiento, con unos papeles desperdigados por el suelo, una taza de chocolate caliente y tres jóvenes jugando a ser astronautas.
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El Planeta Rojo
Science FictionEstamos en el año 2034 después de Jesucristo. Todo el Sistema Solar está ocupado por los fachas... ¿Todo? ¡No! Una aldea marciana poblada por irreductibles rojos resiste todavía y siempre a la ultraderecha.