BLOODLINES [RENOVADA] [Traducción Autorizada]

I - Suciedad

El olor a tierra inundó todo el lugar, y finalmente desapareció junto con su conciencia. La oscuridad se apoderó de su visión, pero los recuerdos comenzaron a destellar ante sus ojos en cuanto los cerró.

Los pilares de la mansión habían sido lamidos por el fuego —las personas corrían y gritaban—. El suelo tembló bajo sus pies, destruyendo el lugar al que solía llamar hogar.

Todavía podía sentir el dolor a pesar de que sucedió hace mil años. El día en que fue sometido brutalmente con cadenas —que no sabía— habían sido bañadas con aceite de verbena. Quemaban su carne, y mientras más se tensaban a su alrededor, más sentía que se quedaba sin extremidades. Sus ojos, enardecidos de furia, brillaban en la oscuridad rojos como la sangre.

Te mataré.

Prometió en silencio al hombre que se burlaba de él.

Con los brazos cruzados sobre el pecho, recordó que había sido empujado dentro del ataúd de madera de roble carmesí. La peor parte fue el espacio estrecho, lleno con flores de verbena. Lo torturaban en interminables pozos de agonía y sufrimiento. Sin embargo, el orgullo estaba en su sangre, así que se mordió la lengua ahogando su voz.

La tapa del ataúd fue cerrada con un candado. Luego sintió que lo movían, sabía que lo habían arrojado a un agujero como una bolsa de basura. El sonido de las palas cavando en la tierra era lo único que podía oír. Y cuando el último montón de tierra cayó sobre su tumba, maldijo al mundo y a las personas que lo traicionaron a él y a su clan.

Esto no se quedará así.

•

Había muchas personas a su alrededor, y sin embargo, no podía determinar si eran una de ellas —de las personas que se aprovecharían de él.

Sólo había dos tipos de personas en su vida.

En primer lugar estaban los que querían poseer su cuerpo, que lo violaban por pura lujuria y luego lo echaban de su cama después de haberlo hecho.

Y en segundo lugar, estaban las personas que querían matarlo. Ya sea por envidia o por celos, él no lo sabía y no le importaba.

Por supuesto que nunca les dio la satisfacción. Debido a eso, al final del día, siempre lo secuestraban, lo violaban continuamente en algún sitio mientras tenía los ojos vendados y se despertaba a la mañana siguiente con su ropa que antes llevaba puesta tirada en el sitio donde lo llevaron.

Se sentía tan sucio.

Sin embargo, no era un chico frágil que se enfurruñaría en un rincón.

Lo hecho, hecho está.

Era como si tomar un baño, le devolvería la decencia.