Insufrible Amor ❝καιѕοο⁀➷ [EDITANDO]

#6. ¿Con quién se queda el perro?

—Verá, yo adopté a Meokmul mucho antes de convivir con el señor Kim —afirmó KyungSoo, dispuesto a no perder este juicio ante su contrincante—. Es mi hijo, así que tengo derecho a quedármelo completamente y sin derecho a visitas.

—¡Objeción! —replicó JongIn—. Meokmul también es hijo mío. Le di de comer, lo saqué a pasear y lo acurruqué junto a mí en las noches de invierno.

—¡Yo dormía en esa cama! Meokmul se acurrucaba conmigo, ¿no es así BaekHyun?

BaekHyun, que tenía los brazos cruzados y una cara de póker, rodó los ojos.

—Mi cliente no está de acuerdo con el señor Kim, como lo podrá ver.

—Es un intransigente. Siempre lo ha sido —bufó JongIn—. Diles, ChanYeol.

Este tuerce la boca y pone los ojos en blanco también.

—Mi cliente no está de acuerdo con el señor Do.

—Entonces, yo me quedaré la mesa de fútbol, la playstation y el balón firmado por Messi —contraactacó KyungSoo.

JongIn saltó de su asiento como un resorte.

—Con el balón de Messi hyung no te metas —advirtió, apuntándole con un dedo.

—¡Meokmul es mío! —insistió KyungSoo, imitando la acción de su pareja.

BaekHyun y ChanYeol los tomaron del brazo para alejarlos el uno del otro.

—¡Ya cálmense! —pidió ChanYeol.

Pero ellos parecían seguir en su propio mundo.

—¡Eres una mala persona! —le acusó KyungSoo.

JongIn abrió la boca, indignado.

—¿Cómo puedes decir algo así? Tú eres el que siempre me ha lastimado.

—Tú me quieres quitar a mi bebé —dijo KyungSoo con voz trémula—. Yo nunca te habría lastimado robándote a un ser querido.

JongIn vio las lágrimas acumularse en los redondos ojos de KyungSoo, mientras que su lindo rostro se tornaba cada vez más rojo. Quería abrazarlo y decirle que jamás le haría eso; no podría quitarle al cachorrito que tanto amaba —aunque la mayor parte del tiempo este viviera en la casa de los señores Do—.

—Yo...

—¡Ustedes! —interrumpió una quinta voz—. ¿Quién creen que soy, eh?

La pareja en discusión se alejó de inmediato y carraspeó, al tiempo que los otros dos se acomodaron en su sitio. Todos muy incómodos.

—¿Creen que están en una corte? ¿Que soy el juez? —El tono de su voz incrementaba con cada paso que daba hacia ellos—. ¡No me importa con quién rayos se queda el bendito perro! Lo único que quiero son sus malditos informes para antes de las cuatro. Tengo que presentarlos al gerente Choi, y si fallamos con esta entrega, bien pueden ir buscando un refugio para ustedes y para su perro porque, después de su despido, van a vivir bajo un puente. ¿Entendido?

—Pero JunMyeon...

—Dije: ¿entendido?

—Sí... —respondieron en coro.

—Vayan y arreglen sus cosas solos —les ordenó y luego señaló a los otros dos—. Y ustedes no se metan en asuntos que no les corresponde. Ahora, largo de mi oficina, que debo seguir con mis responsabilidades como su supervisor.

Resignados, asintieron con la cabeza e iniciaron su marcha fuera de la oficina.

—KyungSoo —le llamó JunMyeon antes de salir—, quédate un momento.

El muchacho atendió al llamado y cerró la puerta detrás de él, quedando a solas con su supervisor.

—¿Sí, JunMyeon?

—No sé lo que haya pasado entre ustedes dos, pero me parece que esta vez es tu culpa.

—¿Qué-

—Pude ver la mirada dolida de JongIn hace un rato, y cómo quiso abrazarte cuando te pusiste dramático.

KyungSoo frunció el ceño. Sí, era verdad, pero ¿cómo demonios lo notó? ¿Tan evidente era?

—Tengo dos entradas al teatro, mi pareja y yo no podremos ir —dijo, sacándolas del bolsillo de su saco—. Tómalas, vayan juntos y arreglen su mierda.

—Pe-

—Cállate y tómalas —insistió, dejándolas en su mano—. Ahora sí, vete, que necesito ese jodido informe para ayer.

—S-Sí, claro.

KyungSoo abandonó la oficina del supervisor con las entradas en mano. Las observó por unos segundos, decidiendo entre hacer el orgullo a un lado, y arreglar las cosas, o dejarlo todo así. Pero ya estaba harto, había transcurrido una semana desde que JongIn se fue del departamento. Lo extrañaba. Tal parecía que iba siendo hora de dar el primer paso, después de todo, esta vez sí fue su culpa.

Chasqueó la lengua.

—Ugh... Maldito Kim.