Frío y Tibio

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Desperté como cualquier otro día.
Ahi estaba yo tumbada en mi cama como si hubiese vuelto de una guerra...

Fui al baño y cuando me miré al espejo tenía los ojos hinchados de llorar.
Me repetí a mi misma que probablemente no volvería a llorar en la vida. Y cada vez que lo hacía me equivocaba.
Cepille mis dientes y volví a caminar por la oscura y polvorienta cueva que llamaba hogar. Acariciaba las paredes de por donde pasaba.
Fui al salón,  era tan vacío y tan grande en donde podía jugar con el eco, así no me sentía tan sola. Pero... Algo estaba fuera de lugar. Estaba iluminada. La luz del sol de otoño entraba por la ventana que había abierto ayer. La cortina estaba en el suelo. Se podía observar en los rayos de luz las pelusas en el aire. Me acerqué a la ventana y mire hacia afuera. El cielo aún tenía algunas nubes grises, pero estaba alegre. Nubes blancas, nubes manchadas y entre medio de eso el sol descubierto.
Cerré los ojos concentrandome en la calidez que el sol le daba a mi frío y blanco rostro. Tan calmante... Tan reconfortante... Aquella calidez era como un beso de consuelo del cielo...

El sonido del viejo reloj que estaba en la sala me hizo volver a tierra. Lo miré por reflejo y marcaba las 10:30 a.m.
Por primera vez en mucho tiempo, mi estomago me reclamo comida.
- Melo...
Pensé. Había recordado mi promesa. Tomé un baño, olía raro. Tomé la segunda toalla al lado de la bañera y  me puse una gabardina color caqui con un pantalón negro y una botas altas que hiciesen juego con la gabardina. Tomé mi mochila, porque llevar bolsos me resultaba incomodo y guarde mi billetera, mi cuaderno, unos lapices y la bufanda de Chris.
Bajé las escaleras y me quedé mirando la puerta resistiendome a salir. Miré hacia abajo pensando en mi decisión.

*Flashback*
- ¿Sabes que es lo mas lindo de un día lluvioso?
- ¿Que?
- Que si lloras, te sientes acompañado. No esta lloviendo, así que no llores, podemos salir afuera y sonreirle al cielo, como este nos lo esta haciendo.

Volví a la realidad cuando escuché que llamaban a la puerta. Me sorprendí, no había recibido visitas desde hace 1 año. Abrí la puerta temblando un poco y al abrirla me encontre con el casi inexpresivo de Melo.  Estaba observandome, emanaba un aura de despreocupado con las manos en los bolsillos de su abrigo de color negro.

- Quería asegurarme de que vinieses hoy.
- Estaba en eso.
- Si, ya veo. Pero aún así quería estar seguro de poder verte hoy.
Rodeo mi cuello con su brazo y me hizo salir de casa.  Bajé los 3 escalones de madera que estaban en la entrada de casa y seguí caminando por el camino de tierra de manera natural.

- Eh, que traje el coche.
Me dijo Melo abriendome la puerta del acompañante de su coche.
Me acerqué al auto y me quité la mochila. Me senté y la pose sobre mi falda.
Todo el camino hacia el pueblo Melo me hablaba de como habían sido las cosas el ultimo año.
- Hemos ganado muchisimo dinero en la cafetería, de hecho es la mas visitada del pueblo, han venido muchos inversores queriendo comprarla. Pero ya sabes, el negocio de la cafetería es algo bastante importante para Romeo y yo. Hace tiempo que queremos hacer nuevas recetas pero no se nos ocurre nada...

El hablaba y hablaba para no tener que hacerme hablar a mi, yo observaba por la ventana como mi casa se hacía cada vez mas pequeña a la vista. El auto daba saltitos por las piedras del camino. Por alguna razón me relajaban. Observaba el cielo y como se iban limpiando de a poco las grises nubes de ayer.  Podía escuchar detras de toda la charla de Melo el sonido del motor y de la calefaccion.
Me sentía totalmente desconectada. Cerré los ojos y dejé que el tiempo pasara.

Melo se dio cuenta de ello y dejó de hablar, como si no quisiera molestarme.  Me siento mal, espero que no haya pensado que lo ignoraba.

Creo que me dormí por un instante, ya que cuando menos me di cuenta, ya estabamos estacionados en frente de la cafetería.
Melo me abrío la puerta para que bajara y me extendío la mano para ayudarme a levantarme.
Abrió la puerta de la cafetería dejandome pasar primero.

Eres tú o NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora