El comienzo de una nueva vida.

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Era ya de mañana, yo estaba tumbada en la cama como si hubiese vuelto de una guerra. Totalmente aghotada y sin ganas de despertar, ni en ese momento, ni ningun otro día...
Veía al mundo como un extenso desierto sin personas, sin agua, sin techo, sin nada. Lo había perdido todo...
Pero aún así, mi estupida mente hizo que de forma automatica me levantara como cualquier día normal. Me observé en el espejo, tenía los ojos hinchados de tanto llorar, me frustre.
Pero, creo que ya no volvere a llorar en la vida, creo que nunca volvería a sufrir como sufrí en ese momento.
La adrenalina en mi sangre comenzo a aumentar, así que bloquee mi mente para ya no recordar nada mas. Si... debía mantenerla así, de otro modo, me volvería loca. Debo mantener la calma que el sueño me otorgó.
Me cepillé los dientes y comenzé a caminar por la enorme y vacía casa en la que estaba viviendo.
Arratraba mis pies por el suelo de madera polvoriento de hace ya varios días. No prendí ninguna luz, me gustaba caminar en la oscuridad, como si la falta de luz fuese parte de mi, de mi corazón, de mi alma. Caminé hasta el salón principal, estaba todo tan vacío y todo era tan grande. Silvé suavemente y escuché como las paredes me respondían el mismo mensaje.
Un enorme ventanal cubierto por una gruesa y pesada cortina agujereada por las polillas estaba frente a mi.
Pequeños rayitos de luz pasaban por aquellos huequitos. Los cubrí con mis dedos con delicadeza y me acosté sobre la cortina. Ya... Había juntado el valor suficiente para poder salir nuevamente al exterior. Abrí bruscamente la cortina y la luz entro brutalmente lastimando mis ojos.
Los cerré con fuerza y cubri el sol con mi mano. Con dificultad, volví a abrir los ojos que me pemitieron observar un mundo que por mucho tiempo había temido, pero... Ya no tenía nada que perder. Así que simplemente me entregue y dejé que el viento me llevara a donde mas quisiera.
Abrí la ventana y sentí, despues de mucho tiempo, la fresca brisa de otoño sobre mi piel, causando que se erizara, pero no por el frío causado por mi falta de ropa abrigada. Sino por los recuerdos que me ocasionaba el aroma a las hojas secas luego de la lluvia que llevaba el viento.
Tomé un baño en aquella bañera de hace siglos atras, sumergí mi cabeza en el agua tibia y relajante y comenzé a pensar. Pero al poner en marcha mi mente, provoque que los recuerdos comenzaran a aparecer.

*Flashback*

Estaba tomando su mano... Aquella que era un poco mas grande que la mía. Estabamos acostados en nuestra cama toda desordenada, porque el desorden nos causaba tranquilidad. La ventana estaba abierta dejando entrar el viento y haciendo bailar las cortinas. Escenas pausadas y sin sentido de Él y yo.

Saque rapidamente la cabeza del agua y comenzé a recuperar con desesperacion el aire perdido. Aunque, no fue realmente la falta de aire lo que hizo que me alterara.
Me paré y tomé la segunda toalla al lado de la bañera. La primera toalla no la había tocado hace por lo menos 1 año. Fui a mi desordenada habitacion y tomé mi ropa favorita de otoño. Me paré frente a la puerta principal resistiendome a salir. En el perchero junto a la puerta se encontraba su bufanda... Esa bufanda de color roja tan hermosa que el siempre usaba. NO he tocado nada suyo en mucho tiempo. Pero, esta vez.... Espero que me perdone... Tomé su bufanda y me la puse, olía tan bien, el perfume de su piel en la tela hacía que lo sintiese cerca mío. Así pude tomar mas confianza y finalmente salí afuera. Camine por el cesped amarillento haciendo ruido por las hojas secas que estaban en el suelo. Camine recto por la calle sin ningun destino en mente, tan solo avanzar para ver hasta donde llegar. Eran calles tranquilas y llenas de naturaleza, ya que vivía en un pequeño pueblo. Mi casa era llamada La mansión del espiritu del amor. Por eso la compramos. Aunque ahora escuchar que esa casa se llame de esa manera era muy ironico, y para mi, incluso muy dañino. Tenia un terreno grande y estaba bastante alejado del pueblo. Era practicamente una mansion en medio de un hermoso campo con arboles y plantas. Otoño era mi estación favorita, ya que los arboles al mudar su pelaje de hojas creaban un hermoso paisaje de colores calidos. Naranja, marron, amarillo... Y caminar por la callesita no asfaltada para mantener la belleza de la naturaleza viendo por encima de ti las hojas callendo, creando una lluvia unica, era lo mas magico y placentero de aquel lugar en ese momento, con esa persona...
Pero como dije antes, el otoño, era mi estacion favorita.

Mis pensamientos hicieron que no tuviera conciencia de en donde estaba. Cuando menos me di cuenta ya había llegado al pueblo, que eran como 20 minutos de la casa al pueblo caminando. Y mientras observaba las nuevas cosas del pueblo que no había visto por no salir de casa, me topé con aquella Cafetería a la que solía ir.  La Cafetería Java. Los dueños son amigos míos de la infancia. Eran unos amantes de la computación, pero lamentablemente la falta de dinero hizo que no pudieran cumplir su sueño de ir a trabajar a Japón. Son un par de gemelos, Romeo y Melo.
Sus padres se oponían a que los gemelos debíeran ser identicos en ropa y peinado, tambien se oponian a que los gemelos debieran tener nombres parecidos. Así que es imposible confundirselos. Melo es un dibujante fantastico y recibido de Diseño Grafico. Romeo es una persona con una mente increible para las matemáticas, se recibio de Programación. Es una pena, todo el mundo decía que tendrían un gran futuro, y acabaron abriendo un Café con el nombre de una aplicacion. Bueno... Por lo menos hace 1 año atras, dijeron que sería temporal. Eran muy populares la ultima vez que vine, sería una pena que lo cerraran si llegan a conseguir el dinero suficiente. Vaya dilema...

Entré a la cafetería que se suponía que estaba cerrada. Vi a alguien dandome la espalda barriendo sin poder notar mi presencia, las mesas y sillas estaban desacomodadas. Desde la puerta de detras del mostrador pude ver salir a Melo que, cuando me vio, se quedó impactado de la sorpresa.

- ¡¡¡Lady!!!
Gritó acercandose a mi con una alegría que nunca antes había visto en su rostro que solía ser mas inexpresivo. Me abrazo con fuerza, tanta que hasta me costó un poco respirar.

Romeo, que era quien estaba barriendo, se dio la vuelta con brusquedad, como si el hecho de escuchar mi nombre fuese como escuchar la alarma de alerta de bombas nucleares.
Sus ojos se humedecieron y de la sorpresa no podia hablar. Se acerco a mi y me miro de arriba a abajo. Me tomó los hombros con suavidad, como si quisisese verificar que no fuese un fantasma o algo por el estilo. Me abrazo con suavidad y dulzura.

Era bastante extraño, Melo era mucho mas tranquilo, mientras que Romeo suele ser quien es mas precipitado o agresivo. Pero bueno... Parece que la situacion les hizo cambiar de roles.

- ¿¡Donde estuviste todo este tiempo?!
Me grito Romeo casi sollozando. Ahora si se estaba pareciendo al Romeo que yo conocía.
- Si... No te hemos visto desde... 1 año mas o menos.
Dijo Melo con esa tranquila voz que solía tener.
- He estado... En casa...
Les dije sin mirarlos a los ojos.
Se miraron entre ellos aliviados.
- Creimos que habías muerto... Tu sabes... Despues de lo que pasó con...
Melo le golpeó el brazo con el codo para que se callara.
- ¿Por qué no te sientas en alguna mesa? Te traeremos lo que quieras, no te preocupes por el dinero, la casa invita.
No sabía que pedirles, así que decidieron traerme algo sorpresa.
Me senté en la mesa y 10 minutos mas tarde llegaron con el tipico café de la casa, el Café Java. Pero que nombre tan jodidamente original... Era en una taza redonda como la del icono de Java, un Café no muy amargo, dulce y con un leve sabor a chocolate que lo hacía tan especial.
Me lo acompañaron con unos Waffles con crema batida y frutas. En verdad, no esperaba que me trajieran muchas cosas.

- ¿Por qué me trajieron tanta comida?
- Sabemos que no has desayunado. Nunca lo haces.
Dijo Melo poniendose en el lugar de hermano mayor responsable.
Me negué a comer, cosa que hago siempre... Ya que mi apetito nunca aparece y paso horas sin comer. El problema es que cuando como, me entran ganas de vomitar. Más aún a la mañana.

Tomaba cortos sorbos de mi café mientras ignoraba las miradas de Romeo y Melo clavadas en mi.

- ¿Que te trae por aquí Lady?
Pregunto Romeo.
No contesté. Hubo una larga pausa... Hasta que Melo se dignó a hablar.
- Es hoy.
- ¿Que cosa?
Pregunto Romeo intrigado.
- El día en el que Chris murió.


Eres tú o NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora