Capítulo VI

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Trato es trato chicas, ustedes me cumplieron, yo les cumplo.

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Terry sentia que la cabeza le explotaría por todo lo sucedido durante ese día

Llego a su casa, se desvistió e ingresó el cuarto de baño y tras tomar una refrescante ducha, salio envuelto en una toalla, encaminándose al clóset, tomó un pantalón sastre color negro y una camisa de vestir color lavanda y una corbata a juego.

Flexionó su cuello repetidas ocaciones intentando de esta manera apaciguar el dolor de cabeza que comenzaba a incrementar conforme re numeraba inevitablemente las palabras de Niel y el consejo de Karen.

—Demonios, debí disculparme con Candy, en este momento no soy buena compañía para nadie —decía viendo su reflejo en el espejo del cuarto de baño luego de tomar unas pastillas que le ayudaran a bajar la tensión que sentía.

Salió de aquel lugar y dirigió sus pasos hasta la mesita de noche junto a su cama, tomó el broche que durante tantos años le recordaba lo sucedido aquella noche.

Tocó cada linea de aquel maldito broche con su dedo indice.

Lo lanzó al suelo con tanta fuerza que el broche terminó debajo de una pequeña mesa que hacía función de escritorio.

No se molestó siquiera en recogerlo, en su lugar se puso de pie y salió rumbo al lugar donde se encontraría con Candy y sus primos.

Durante todo el tiempo que duró la travesía de su casa hasta el lugar de encuentro, las palabras de Niel martillaron su cabeza, como también lo hicieron las palabras de Karen diciéndole que muchas situaciones de la vida eran parecidas a una obra de teatro y que no olvidara que nada era lo que parecía.

Para cuando Terry llegó al lugar y le entregó las llaves de su auto al chico del valet parking, sentía que su cabeza explotaría ante la presión que acumulaba.

Revisó su reloj y se dio cuenta que era casi la hora pactada.

Suspiró al recordar que su hermosa novia solía siempre llegar unos cinco o diez minutos tarde.

—¿Terruce Grantchester, en verdad eres tu?

Terry se giró inmediatamente al escuchar que lo llamaban por su nombre y el apellido de su padre, pues en el pasado solo tres personas conocieron su verdadera identidad.

Escuchar la risa inconfundible de uno de ellos le confirmó que no podían ser otros que su tres antiguos amigos a quienes no volvió a ver desde aquella maldita fiesta, ya que luego del acoso y las burlas a las que fue víctima decidió partir a su natal Inglaterra y comenzar sus estudios en economía en la Universidad de Oxford, renunciado así a su sueño de convertirse en un gran actor.

—Stair, Archie Anthony —los llamó —que sorpresa encontrarlos aquí después de tantos años, creí que regresarían a Chicago cuando culminaran su carrera —dijo a Terry estrechando la mano de sus antiguos y únicos amigos.

—Lo hicimos —respondió Anthony —pero nuestra pequeña prima se gradúa de médico, y hemos venido para acompañarla en los actos de graduación y luego a la fiesta que nuestro Tío ofrecerá en su honor

Terry sonrió —¿es la misma prima de la que siempre hablaban con tanto cariño? —preguntó Terry.

—Si —respondió Archie hablando por primera vez —Nuestra pequeña y dulce Candy se nos gradúa.

—Bueno ya no es tan pequeña Archie —intervino Stair —Candice es toda una mujer ahora.

Escuchar aquel nombre hizo que Terry irguiera su postura y metiera su mano en el bolsillo de su pantalón donde siempre solía llevar a excepción de esa noche el broche de aquella mujercita quien era la verdadera razón de su regreso.

Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora