Parte Dos.

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Desde que Nezuko le había salvado ese día, no había vuelto a suceder nada con Uzui Tengen.

La verdad es que no lo volvió a ver desde que estuvieron a punto de besarse en vista de todos, aparentemente.

Realmente no es que buscara a Tengen entre toda la población estudiantil, el idiota pretencioso no pasaba nada desapercibido con ese cabello grisáceo y esa altura. Aunque él era el menos indicado para juzgarlo cuando sus cabellos era igual o más llamativos.

Pero en fin, aquello de que había querido besarlo era probablemente una idiotez de su cerebro y Uzui sólo estaba intimidandolo de la forma menos heterosexual que conocía.

Nezuko le dijo que no dudara en pedir su ayuda sí tenía otro problema como ese, al igual que Tanjiro. Inosuke estaba furioso por haber sido derrotado de esa manera y parecía estar cazando a Tengen, pero la suerte no estaba de su lado para encontrarlo, y era vergonzoso estar con Inosuke mientras lo "rastreaba" casi como si fuera un perro, como ahora, olfatenado por los alrededores de la escuela. Tanjiro, Nezuko y Kyoujurou ya se habían ido, así que solo eran él y su demente amigo.

Alentó sus pasos a propósito para que Inosuke se adelantara. El pelinegro ya debería estar en el portón de la entrada mientras él apenas iba llegando a la entrada de su edificio.

Al salir lo visualizó ahí parado, buscando algo y volteando a todos lados, no queriendo dejar que nada se le escape. Iba a gritarle lo idiota que se veía pero alguien lo jaló de la mano a los árboles que adornaban las esquinas de su edificio.

Cubrieron su boca con una mano para que evitara hacer algún ruido. Planeaba darle un codazo a quien fuera para que lo soltara pero se quedó quieto cuando reconoció esos sonidos tan característicos que solía hacer Inosuke acercandose.

Uzui se rió un poco al ver la insistencia con la que el chico con máscara de jabalí lo buscaba.

Zenitsu desechó el pensamiento de lo lindo que se veía Uzui sonriendo tan rápido como llegó.

—Tal vez me pasé un poco con él ¿no? —

Aún qué no lo viera, en su mano sintió la pequeña sonrisa de Zenitsu. Finalmente la retiró y se alegró de ver que el rubio no gritó ni hizo el intento de llamar la atención de su amigo.

—Ha estado buscandote todo este tiempo. Sí te encuentra va a armar un alboroto —

¿Ese era su rubio siguiéndole la conversación? Si, definitivamente lo era.

Volvieron a callarse cuando Inosuke parecía estarse acercando más, y en un mudo acuerdo se movieron de su escondite. La verdad es que todavía estaba sorprendido de que Zenitsu decidiera irse con él, y Zenitsu estaba igual o más sorprendido de haberlo hecho.

—¿Vas a golpearme ya o después? —

—¿Qué? No, no voy a hacerte nada —

—¿Entonces porque me jalaste? —

—Quiero preguntarte algo pichoncito—

—Me llamo Zenitsu, por cierto. Te agradecería que dejaras de llamarme de esa forma tan vergonzosa —

—Quiero saber ¿Cómo hiciste lo de ese día? —

—¿Lo de pegarte? —Uzui asintió —Rengoku me dijo que algo así pasaría. Solo fue instinto ¿Sabes? Era la presión del momento —

Uzui se detuvo y se acercó a él.

—Sé como suele actuar la gente bajo presión, y tus movimientos, ya los habías hecho antes. Sabes como moverte, eso no es solo el instinto, también es disciplina —

Nunca se lo había dicho a nadie, pero tampoco era un secreto. El abuelo de Zenitsu fue un excelente maestro de múltiples disciplinas marciales. Toda su vida la dedicó a ello, pero cuando su edad ya no le permitió competir, se volvió en uno de los instructores más importantes de todo el país.

Su abuelo también lo conocía muy bien, y sabía que aprender un poco de técnicas para defenderse ayudaría mucho en la vida de su no muy valiente nieto. Así fue como todos de sus veranos, casi todas sus tardes y algunas vacaciones fueron dedicados a entrenar con su abuelo, al menos hasta que falleció hace un año, y para honrar su memoria, Zenitsu no había dejado de entrenar un día. Estaba seguro que su abuelo lo atormentaria desde la tumba si lo hiciera.

No tuvo problema en contarle todo aquello. Era raro pero Tengen le daba esa confianza, aún más sabiendo lo desconfiado que siempre fue, y sigue siendo con la gente. De todas formas, era información que no le perjudica por hacerse pública, y no es como si la gente se interesara en él y su vida.

Uzui escuchó su historia muy atento, prestando especial atención a sus ojos cristalinos cuando mencionó la muerte de su abuelo. Para su sorpresa, el mayor conocía a su abuelo y en sus palabras "Admiraba su trabajo y a él"

Definitivamente hasta este punto, su perspectiva de Uzui Tengen había cambiado bastante.

Solo por un momento se tomó la molestia de realmente observar a Uzui, y notó algo tan evidente que se sintió un idiota cautivado. Sus ojos eran de un color violáceo tan extraño que era hermoso, aunque probablemente también se debía al juguetón brillo que su portador les daba.

Uzui podía ser su amigo, estaba decidido. A pesar de todo y el mal encuentro que tuvieron al principio, sumándole las malas primeras impresiones. Tan solo con charlar un poco con él hizo que se esfumara su imagen de idiota pretencioso.

Por otro lado, Uzui estaba incluso más cautivado que el rubio. Aquel chico le provocaba mucho interés. Le era grato y sorpresivo lo frágil que podía verse, su aspecto delicado era proporcional a lo fuerte que también era.

La virtud de seguir adelante era de las más admirables, y Uzui sabía lo difícil que era seguirlas.

Ya conocía a Zenitsu, pero solo de vista, y de esas contadas ocasiones en las que lo había visto quejarse/llorar con sus amigos, podía decir que no le agradaban los niñito berrinchudos. Cuando la oportunidad de molestarlo en el callejón se presentó, no dudo en aprovecharla, pero nunca se hubiera esperado ese codazo y esa esquiva de Zenitsu.

Fue la curiosidad del principio lo que le provocó querer buscarlo y enfrentarlo de nuevo. Y cuando estuvo tan cerca de él como nunca lo había estado, se había percatado de lo verdaderamente adorable que era. Era un contraste tan interesante como atrayente. Zenitsu le gustaba.

Después de charlar un rato con él, estaba más seguro que antes.

Llegaron hasta la parada de autobus que tomaba normalmente, y que casualmente le quedaba de paso.

Se despidieron, no sin que antes Zenitsu le pidiera intercambiar números, por si querían hablar al rato. Y Uzui lo agradeció internamente.

Esa tarde regresó a casa más contento de lo habitual, emocionado del día que vendría mañana.

Just Love; UzuZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora