Parte Ocho.

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Final.

El sol estaba en su punto más alto, lo evidente sabiendo que era medio día.

Ume hizo de cuenta que las últimas tres clases que todavía tenía por el resto del día no existían y salió de la escuela tranquilamente, sin ningúna dificultad, o eso se decía a sí misma, porque sabía que era casi imposible burlar al profesor Douma, quien se encargaba de cuidar los pasillos, casi.

Dio un brinco de la moto que la había llevado hasta ahí, a la Kimetsu Academy a.k.a escuela de ñoños de mierda.

Kaigaku no había querido venir en un principio, pero, para la chica rubia, las necesidades de Kaigaku no eran problema suyo y simplemente lo arrastró de la solapa de su camisa cuando lo encontró de camino a la salida. Kaigaku sabía lo necia que la chica era, y no estaba seguro de sí Gyutaro lo mataría por haber hecho enojar a su hermana o por haberla traído hasta acá, cuando el chico de cabello verde claramente se lo había prohibido. Terminó cediendo por la curiosidad de volver a ver a cierto alguien.

Kaigaku apagó el vehículo y se quitó el casco de seguridad, Ume ya había dejado el suyo a sus espaldas.

Ya no fue necesario comprobar la hora en su celular porque la campana ya les había respondido que si, ya era la hora de salida.

Poco a poco, el sitio comenzó a llenarse de chicos de su edad, mayores y menores. Muchos ojos les miraron detenidamente, era raro que dos chicos de la Uppermoon academy estuvieran ahí, y la verdad es que hubiera sido mejor quitarse los uniformes primero para pasar más desapercibidos. Pero da igual, ya estaban acostumbrados, de cierto modo, a atraer tanto las miradas. Ume era en extremo hermosa para ser una persona tan horrible, con Kaigaku era más bien por los peculiares tatuajes que tenía en las mejillas.

La chica se movía ondeando su cabellera rubia,  coqueteando y sonriendo a cuanta persona pasara junto a ella. Le encantaba ser el centro de atención y Kaigaku prefirió hacerse a un lado para dejarla ser.

Ume estaba impaciente de encontrar a quien había venido a buscar hasta esa maldita escuela. Hace días que no tenía diversión del tipo sexual, y ni en pedo iba a estar con cualquiera que le viera con lascivia en los ojos. Tenía estándares para eso.

Manejaba su vida sexual meticulosamente, no era una idiota para meterse con alguien cualquiera. Podían decir lo que quisieran de ella pero estúpida no era, se cuidaba e iba al ginecólogo cada que tenía cita, entonces ¿Por qué no estar con aquellos que le gustaban? No era un puto crimen y de nadie necesitaba aprobación.

Fue fácil encontrarlo, siendo tan extravagante no se te escapaba de la mirada. No llevaba su habitual chaqueta, entendible por el infernal calor que hacía, sólo tenía puesta una camiseta negra. Su cabello estaba más largo que la última vez que le vio, ahora podía sujetarlo en una coleta baja.

Ume ya iba a ponerse en marcha hasta que vio a una garrapata rubia sujeta de la espalda de Uzui. No lo notó hasta que Uzui giró un poco, y es que por el ángulo le fue imposible verlo antes. El peculiar chico estaba cómodamente recostado sobre el mayor, y este no parecía molesto de tener la rubia cabeza apoyada en su hombro. Al parecer estaba dormido.

Ume detuvo su andar, analizando la situación. Bien, era evidente que aquel chico escuálido era novio de Uzui, de otra forma tendría que estar muerto para que el mayor se tome la molestia de cargarlo y que pareciera disfrutarlo.

Debería dar la vuelta e irse, dejando solos a ese par, pero la paz no era una opción, y Ume ya se había tomado la molestia de venir solo para encontrar a uno de sus compañeros sexuales favoritos ya indispuesto, al menos un poco de diversión debía tener.

Just Love; UzuZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora