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Le sonreí.

Dudo mucho que mi sonrisa sea mágica, así que no sé por que lo hice. Pero también  dudo que lo haya asustado y dudo aún más de que haya sido un error.

Ahora me nota y siempre que me ve, me regala una sonrisa.

Seguramente el también piensa: "Diablos, desde cuándo es que ella vive por aquí ... ¿Cómo se llamará? ... desde cuándo me la cruzo sin darme cuenta ... que hermosa sonrisa ..."

Bueno tampoco tanto. Pero con que diga: "Apenas llevo una semana viéndola, desde cuando será que debí haberla notado", será suficiente, porque entonces yo diré: "Casi siete meses con tres semanas, señor Min."

Me echo a reír con este pensamiento y la muchacha que trabaja conmigo me mira de forma extraña.

— En qué piensas —dice juguetona.

— Nada —respondo yo. Sonriente. Cómplice de mi mente y sus estupidos juegos, para después continuar con mi trabajo.

Hoy volveré un poco tarde a casa, hay mucho trabajo y planeo terminarlo todo para así poder disfrutar de un fin de semana como Dios manda.
Llevo los archivos a mi jefe, redacto algunos informes, preparo cerca de quince cafés, de los que cuatro me pertenecen, cinco para mi jefe y el resto para los gerentes, todos importantes y bien vestidos ellos.
Se creen más que mi jefe, siempre con ese aire de autosuficiencia, a excepción de TaeHyung. Él si es brillante. Claro también mi jefe.

— Son los informes de esta semana, revisados y redactados por mi —veo una sonrisa en su rostro. La semana pasada me llamo la atención por precisamente ese punto, había confiado en que aquella muchacha lo haría bien, le había dado todo lo que necesitaba para que lo hiciera pero terminó fallandome: "Debes aprender a hacer un trabajo completo, nada de conformismos, tienes que ser la mejor y eso solo dependerá de la acciones que tomes. Las personas no siempre darán lo que tu esperas de ellas y en ocasiones así, debes simplemente tomar el mando de tu nave y continuar. Para ello debes estar preparada, ¿de acuerdo?".

Jamás olvidaré aquel sermón, me sentí como una niña siendo guiada por su padre y aquello causó tanta ternura que mi corazón se emocionó y mis ojos estuvieron a nada de liberar lágrimas como un río.

El señor Kim me felicita.

— Gracias, Nam — me sonríe, mostrando ese par de hoyuelos que adornan sus mejillas. Hace dos días me dio permiso de hablarle por su nombre de pila, pero solo lo hago cuando estamos solo los dos, no quiero que se hagan ideas. Lo respeto mucho, muchísimo.

Cuando me libero de toda la carga laboral el reloj marca las siete con cuarenta minutos. Casi dos horas tarde de lo que usualmente salgo.
Me despido de mis compañeros de trabajo y salgo a la calle, hay muchas luces encendidas y el aire no está tan frío, por ello me animo a caminar.

Aproximadamente diez minutos después sucede algo maravilloso ...

El señor Min aparece cuando doblo una de las esquinas, me detengo. Parpadeo rápidamente, mi cerebro ruega que continúe y no haga notorio el efecto que causa en mi, el corazón me pide que lo observe más.

Le hago caso a los dos y avanzo por la calle, ya no mirando las estrellas o la calma que hay entre las ramas de los árboles. Ya no importa el silencio en el que ahora está sumido el lugar.

Solo importa el señor Min y aquella bella sonrisa.

DarkSunA ~

Smile // (M. YG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora