7: Yo no hice nada. ¿Por qué no me crees...?

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Shang QingHua nunca se había imaginado cómo sería su vida si tuviera pareja. Primero, porque no era algo importante para él. Segundo, porque siempre estaba ocupado haciendo alguna cosa. Tercero, porque se preguntaba, genuinamente, qué tipo de persona estaría a dispuesto a salir con él. Y un empresario multimillonario, dueño de como la mitad del país, que además era uno de los solteros más codiciados de la nación, jamás se le habría venido a la mente.

Pero ahí estaba. Tumbado en la misma cama que ese sujeto. Por enésima vez. Por lo que debía ser real. Mo BeiJun estaba acostándose con él a propósito, no por estar borracho o bajo la acción de alguna sustancia extraña. Lo estaba escogiendo a él. A un mediocre escritor de novelas baratas.

Y por enésima vez, Shang QingHua se pellizcó el brazo izquierdo. Y le dolió. 

—¿Por qué sigues haciendo eso? —cuestionó el alfa, inspeccionando el brazo herido y frunciendo las cejas en señal de desapruebo. —No me gusta que te lastimes.

Shang QingHua tragó saliva. 

¡Mira quién habla! El mismo que me hace chillar todas las noches y me deja adolorido en las mañanas.

—¿Por qué me miras así ahora? —reclamó el empresario ante la mirada resentida del omega. Ya se estaba acostumbrando a recibir esa expresión de manera aleatoria durante el día, aunque seguía molestándole. No era como si el omega desaprobase sus caricias, por lo que no entendía por qué se enojaba tanto con él.

—No es nada —respondió el escritor, rindiéndose. ¿De qué le servía reclamarle si en verdad le gustaba? 

Esa era la nueva rutina del empresario y su asistente personal. Por las mañanas, el omega se quejaba de alguna cosa, ya fuera de dolor, o de lo insensible que era su compañero ante sus pesares; el alfa escuchaba y asentía en silencio. Luego se preparaban para ir a la empresa, tomaban desayuno y partían a la oficina. Allí es donde el cambio se apreciaba con claridad. El temido jefe del que todos buscaban ocultarse, caminaba con calma e incluso reconocía la existencia de los otros trabajadores, no realizaba exigencias imposibles, ya no despedía a nadie por cometer errores menores o causar accidentes, y les permitía terminar la jornada laboral dejando trabajo pendiente, siempre que cumplieran con los plazos establecidos. Ahora el aire que se respiraba en el despacho era de serenidad, incluso, la reputación de Mo BeiJun estaba subiendo rápidamente entre los empleados. Tanto así que se había transformado en un problema.

Lin GuangJun llevaba años haciéndose cargo de la empresa junto a su sobrino. Era natural, todos temían a Mo BeiJun, y el consejo de accionistas principal, no creía que tuviese las habilidades necesarias para manejar el conglomerado solo. Era cuestión de tiempo para que todo pasase a sus manos y, si no, al menos continuaría manteniendo el control desde las sombras. Por lo menos, ese era el plan original. Sin embargo, algo estaba interponiéndose. Más bien, alguien.

—Señor Shang, veo que está trabajando en las planillas nuevamente. Es muy atento, mi sobrino está rindiendo mejor nunca con su ayuda, y los empleados ya no tienen miedo de venir a trabajar, todo gracias a usted —complementó Lin GuangJun al joven omega, sonriéndole con amabilidad.

El omega asintió con timidez y continúo con su trabajo.

—Por favor, no sea así, puede relajarse un poco conmigo, antes que el dueño de la empresa soy el tío de BeiJun, y estoy aquí como familia.

Shang QingHua ofreció la mejor sonrisa que pudo, sintiéndose temeroso. Había algo en el segundo dueño del conglomerado del Clan Jun que no le agradaba, y lo ponía en alerta, como si tuviese que andar con cuidado con ese hombre. Pero seguía sin entender por qué. ¿Qué podría tener ese tipo en su contra? ¿Qué clase de amenaza podría suponer un asistente personal, que además era un escritor de novelas baratas, para un hombre tan rico y poderoso como aquel?

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⏰ Última actualización: May 21 ⏰

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Crónicas De Un Escritor DesvergonzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora