2: Solo soy un insignificante omega, ¡no hay problema, no problema!... ¿Lo hay?

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Mo BeiJun llevaba más de una hora esperando en el auto a su nuevo asistente. Estaba por perder la paciencia cuando una persona encorvada y con paso tambaleante se acercó a golpear la puerta.

—Tardas mucho —le dijo.

Shang QingHua hizo una mueca.

—D-disculpe pero usted no me dijo cual era su auto ni donde estaba...

El autor iba a seguir excusándose pero la mirada fría y penetrante del alfa lo cortó.

—T-tome. No sabía qué tipo de café le gusta así que traje uno de cada uno.

Shang QingHua le entregó la bandeja llena de vasos de café al alfa. Al costado de cada uno estaba escrito que tipo de café era. Mo BeiJun la tomó y eligió el negro, no le dijo nada a su nuevo asistente pero le lanzó una mirada aprobadora. Le hizo un gesto con la mano para que se fuera, pero el omega continuaba de pie al lado del auto.

—¿Qué quieres?

—Ehh... B-bueno... Necesito dinero para la tintorería... Señor.

Shang QingHua ofreció una sonrisa nerviosa que le desagradó al alfa. Frunció levemente las cejas y le entregó una tarjeta.

—Mañana tienes que estar en mi oficina a las 8:30.

Dicho eso, el auto arrancó, dejando a un aturdido Shang QingHua detrás.

El autor acomodó el abrigo manchado y fue a la tintorería, pidió que fueran muy cuidadosos con la tela y pagó con la tarjeta que le dio el alfa. La trabajadora que lo atendió reconoció la prenda de inmediato y le dijo que sabían cómo tratar la ropa del señor Mo BeiJun, no era la primera vez -ni sería la última- que trabajaban con él. Aprovechando la familiaridad de la mujer, Shang QingHua le pidió que guardara la tarjeta y se la entregara a quien fuera a buscar el abrigo. Una vez hecha la transacción, el omega se fue, desentendiéndose del tema.

Así que su nombre es Mo BeiJun, ¿por qué se me hace familiar? ¿Será alguien famoso? Reflexionaba el autor.

Shang QingHua no era aficionado a la farándula ni a las noticias. De vez en cuando revisaba portales online y escuchaba uno que otro informativo en la radio, pero eso era todo, la mayor parte del día se la pasaba escribiendo, leyendo o investigando para sus novelas. Sus hobbies eran pintar, escuchar música y hacer figuras de origami. Sus amigos de la infancia solían molestarlo por su actitud casera y lo forzaban a dar largas caminatas por parques o montañas. Por suerte, hoy no era uno de esos días.

—Hermano pepino, ¿el trabajo te tiene estresado?

Shen QingQiu lo miró con el ceño fruncido y guardó las hojas que estaba revisando.

—¿Puedes dejar de usar ese sobrenombre? Me molesta.

Shang QingHua rió.

—Si el hermano pepino quiere que deje de llamarlo así, debería parar con sus reseñas quejándose de mi novela.

Shen QingQiu soltó un amargo "já".

—Si quieres que deje de criticar tan negativamente tu trabajo, deberías mejorar la historia.

Siempre que estos dos amigos de la infancia se reunían, terminaban hablando de "El Orgulloso Camino del Inmortal". En primer lugar, porque fue Shen QingQiu el que hizo la apuesta, en segundo, debido a que sus críticas siempre eran apasionadas y excesivamente largas y detalladas. Shang QingHua las odiaba, pero se alegraba de que su amigo, a pesar de sus innumerables quejas, disfrutara la lectura, se conocían desde que eran niños y sabía que si algo no le gustaba, simplemente, lo dejaba de lado. Tercero, era la manera que tenía el joven omega para desahogar parte de su frustración con el omega mayor, que tenía gran parte de la culpa de su actual situación.

Crónicas De Un Escritor DesvergonzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora