Dando pequeños saltos me dirigía a mi casillero, el típico color rojo de película adolescente.
– ¡Hey, DJ! – Grité dirigiéndome a mi compañera que tenía enterrada su cara en una toalla. Ella hizo señas para que siguiera. – ¿Tienes agua? Se ve que las más pequeñas encontraron la caja de repuestos, otra vez. – Dinah tomó su mochila, sacando una botella para luego tirarla hacía mi dirección. – ¿Qué haría sin ti, Jane?
– No puedes preguntar eso, ya sabes cuál es la respuesta. – Sacudió su cabello luego de sacar su cara de la toalla. – ¡Que calor! – Gritó alargando la "O".
– Lo sé, está insoportable. – Me levanté y tomé una de las toallas que Dinah tenía en su casillero, ella simplemente gruñó. Le guiñe un ojo como respuesta.
– Jane, Kordei te busca. – Dijo de mala gana la pequeña rubia, quién entraba a paso lento hacía la sala de descanso.
– ¿Será que se le acabó la joda a nuestra querida compañera? – Comenté burlona.
– Yo que vos me callo Jauregui, no querrás que después mis burlas cobren contigo. – Sonrió en mi dirección y yo saqué mi lengua.
– Na, esas cosas no son para mí. – Le sonreí de vuelta. – ¿Y a tí que te pasa, Alicia?
– ¡Las más pequeñas encontraron la caja! – Se quejó la rubia haciendo un pequeño puchero.
– Lo sé, ten. – Le tendí una botella de agua y aloqué su cabello de león, no entiendo como hace para que no le moleste con este calor.
– Deberías aprender de ella, Jan..– Se calló al darse la vuelta. – ¿Y esta cuando se fue? – Me encogí de hombros.
– ¿Qué onda la people? – Entró animada Lucy seguida por Vero, quién bufaba como si de eso dependiera su vida.
– ¿Qué le hiciste? – Pregunté divertida.
– Cuéntales, Vero.
– Yo invito las pizzas de h..-
– ¡Vamas! – Gritó Ally alargando la "A", para levantarse y correr hacía Lucy para darle un abrazo. – Sos una capa, no sé que hiciste, pero sos una capa.
– Lo sé. – Guiñó. – ¡Pero salí que estás toda sudada! – Le gritó.
– ¡Qué más da! – Comenzó a saltar de felicidad. – Tengo hambre, ¿Podemos irnos? – Preguntaba ansiosa la pequeña rubia.
– Las espero en el auto. – Vero se fue, pero minutos después se escuchó como pateó fuertemente una pelota, para luego gritar "¡Dios!".
– Vamos Ally. – La pequeña corrió hacía la dirección por la que se fue Verónica. – ¿No vienes, Laur? – Negué con la cabeza.
– Gracias Lucy, pero hoy prefiero quedarme a entrenar un poco más. Ando flojita. – Ella rodó los ojos.
– Exageras, pero haz como quieras. Ya sabes; si quieres venir, allí estaremos. – Y sin más, se marchó.
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Quedaban exactamente treinta y cinco minutos para que el gimnasio quedara en total oscuridad. Me hubiera ido de aquí hace tiempo, sin embargo, la lluvia era fuerte allí afuera. No me sorprendería que comience a caer granizo de tan mala que se puso la noche, aunque en realidad, estas noches eran mis favoritas. Me encontraba revisando las diferentes opciones que tenía para posicionarme en la cancha, ese aro era lo único que me mantenía entrenida durante la semana y aún, luego de meses, sigo sin encontrar mi posición ganadora. Movimiento, salto, bank shot; era algo tan simple y tan complejo a la hora de poner en juego. Pero no estaba practicando, no hubiera tenido sentido luego de haberme bañado en las duchas del gimnasio; el secreto era siempre llegar último, ahí si que salían con la temperatura correcta.