Su vida parecía completamente normal, con una familia normal, y notas normales.
Pero claro, nada en esta vida puede ser normal.
Su sufrimiento era en silencio, ¿por qué mostraría signos de debilidad?
Claro está, que cuando tuvo la oportunidad de morir no la rechazo, porque... ¿a quién le gusta vivir en dolor y remordimiento?
Remordimiento que no merecía sentir, a fin de cuentas no fue su culpa, no fue él quien disparo el gatillo ni tampoco fue el padre viudo que fingió que su esposa no acababa de abandonar esta vida.
Simplemente, el no pertenecía a una vida de amargura.