Oh William...
Te llamaron así,
por el gran poeta
que pensaron que alguna vez serías...
Mala suerte la tuya.
Qué lástima, que tu verdadero ser no pertenece a este lugar...
Y tú nombre, no pertenece a tu rostro, y tu rostro no pertenece a tu alma... porque tú nunca fuiste un cuerpo, tú fuiste un alma encerrada en la carne.
Tu gran poesía no era como la de otros, era única, porque rimabas con los latidos de tu corazón, y encontrabas versos regados en los mares...
Mala suerte la tuya.
Qué lástima, que quisieras seguir, aquellas canciones que sonaban en las olas, cuando tú eras un alma para volar, y no una para nadar.