Las más pequeñas e inocentes almas son siempre el blanco de la crueldad
Se aprovechan de su inmadurez
De lo crédulos que pueden llegar a ser...
Intentaron huir
Pobres, pobres, pobres almas...
Devastador fue cuanto abandonaron esta vida, protegiéndose del monstruo que llamaban papá...
Huían cuando podían, escondiéndose entre sábanas y cojines. Pero nunca era suficiente.
No hubo ni una solo oportunidad, de imaginarnos cómo serían, cuando sus ojos tomaran un color oscuro, y su cabello se decidiera su tonalidad...
Sus vidas se acabaron, tomados de la mano, huyendo de esa realidad brutal, esta vez sin esconderse...
Volaron,
Lejos, muy lejos,
De aquel hombre que llamaban, papá.