La convención empezaba, todos miraban al americano el cual estaba delante de todos, con un micrófono a centímetros de su cara. Suspiro un poco y vio hacia la multitud. Nada interesante hasta que chocó con unos ojos verdes, los cuales eran luminosos ante toda aquella oscuridad.
Tales ojos le sonrieron y se sintió Feliz de encontrarlos entre la multitud, entre la oscuridad.
Estaba herido, ¿Como podría darle malas impresiones al mundo sin perder al amor de su vida?.
Todavia se preguntaba cuando los rumores de que había estado con varias naciones. Lo cierto, es que no tenía tal valor para engañar.
Los pequeños orbes se fueron de aquel pequeño país, con complexión delgada y figura pequeña, se derritieron en tristeza. Sabiendo aquello, entró al mundo de nuevo donde veía a todas las naciones del mundo sentadas al rededor esperando algunas palabras.
Tocó el micrófono comprobando que salía sonido de él, y después de aquello dio una pequeña charla sobre transformaciones mundiales.
Ya acabada la charla, bajo del lugar y sacó un poco su corbata del cuello, la cual sentía que lo asfixiaba. Tomó asiento y disimuladamente buscaba aquella mirada una vez más.
Acabada la conferencia, se dejó caer entre un gran suspiro. Terminó levantándose y a pasos agigantados fue hacia el baño para refrescar un poco su cara.
Cuando ya estaba dentro del baño, se miró al espejo y después de aquello se perdió en una gran tristeza.
Sintió unos pequeños brazos rodear su cintura, vio hacia el espejo y unos pequeños risueño ojos se asomaban desde su espalda.
El americano rápidamente se volteo y lo tomó de la cintura para abrazarlo con fuerza y darle besos en la mejilla, la nación mexicana rio ante las cosquillas que le provocaban. Era tan angelical.
Después de aquella sesión de besos, el mexicano despejó hebras rubias de la cara del americano y lo tomó por las mejillas.
—¿Por qué no estas festejando?... Es tu cumpleaños amor... — Dijo cambiando el momento a uno melancólico —Deberías de estar con las demás naciones, con alguien más grande y fuerte, con las potencias... ¿Por qué no vas a divertirte? —Dejo una pequeña sonrisa en la camisura de sus labios y Estados Unidos sólo negó con la Cabeza.
Se agachó hacia el tamaño del mexicano y posó su cabeza entre la abertura del hombro y cuello —No sería lo mismo sin ti, darling.
Ambos sonrieron tristes y el americano dio pequeños, suaves y lentos besos en su cuello. —Quiero estar contigo.
La tarde fue maravillosa, todo estaba en picada, pero realmente valía la pena estar con esa persona que amas en los momentos más tristes de la vida.