Después de toda aquella platica con Canadá, pasaron los días rápidamente. Tal vez meses. O eso pensaba.
Ahora estaba con su novio mirándolo comer alegremente mientras se encontraba en el otro extremo de la mesa en un burger king en México.
–Mi presidente quiere que me lleve mejor con China y Rusia –
Solto el mexicano, poniendo un poco incómodo el ambiente. Estados Unidos aunque no le gustó aquello, no quería formar una escena y obligar a México a hacer lo que quisiera él.
–¿Y... Eso haras?–Preguntó dejando la hamburguesa a un lado. México bajó sus hombros y agacho su cabeza.
–Tengo que –Respondió débilmente –Pero... No quiere que lo haga de una forma 'Amigable' no se si sabes a que me refiero...
Ser naciones era algo difícil, más si alguna de estas estaban en una relación. México mantuvo su mirada baja, el americano no hablaba y sólo procesaba sus palabras que salían como disparos hacia su corazón. No sabía que hacer ni como responder. Se incorporó bien en su lugar dejando la figura encorvada y le miró con cierta seriedad.
–Siento decirlo México... Pero no lo haras–
Solo dijo eso rompiendo la tensión del inicio. Con una gran frialdad en su voz que hizo temblar al pequeño mexicano que ahora lo veía con sus ojos verdes zafiro.
–Pero... –
–México, my love –Lo tomo de las manos y beso una de estas dulcemente –Yo te amo muchísimo, y movería cielo, mar y tierra por ti... Eres mas que un amigo o compañero, eres mi pareja... No podría vivir con eso, ni menos ver como te vendes a otras naciones por culpa de tu presidente... Solo, dejame hablar con ellos...–
Sonrio y entre sus lentes y el reflejo de este salio un pequeño brillo. Su sonrisa aunque México la veía normal, era de maldad pura.
Después de aquello, el presidente de México lo trata mejor, y hay respeto hacia la nación mexicana, no volvió a escuchar ninguna queja o capricho de acercarse tanto a China como Rusia.
México sólo se preguntaba... ¿Qué había hecho USA?.