02 Rosas Y Roedores

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—Que guapo quedaste y todo gracias a mí.

Desató la correa de la barra en la pared, el canino agitó su cola peluda y recién cepillada con la emoción de poder bajar de esa mesa alta.

—Lo bueno es que no me pagaras tú.– la mujer río burlona mientras carga con cuidado a su cliente listo para ser dejado en su corral a la espera de ser recogido.

El timbre suena desde la entrada y la voz ausente de su hijo le hace saber que se trata de alguien más.

—Está bien, campeón. Quédate aquí y yo iré a ver quién es.– quitó la correa de su collar y aseguró la firmeza del corral.

Frota sus manos contra el mandil para alejar algunos pelos cortos y sale por la entrada detrás de la recepción.

Pocas veces se había visto sorprendida de esa manera y estaba realmente segura que su aniversario era en otra fecha por lo que su bien dedicado esposo no tendría por qué enviarle un ramo tan grande.

—Amm ¿Qué se le ofrece?

—¡Oh! Lo siento mucho.– una cabeza luminosa se asomó por un costado de las rosas rojas.

La radiante sonrisa de Taehyung relajó a la mayor al reconocerlo, sonriendo de vuelta.

—Ah, Taehyung. Que bien que pases a visitar. Pero me temo que Kookie tardará en llegar.

Negó un par de veces y ajustó el agarre en el ramo para poder mantenerle la mirada.

—No venía a verlo directamente a él.

Ella juntó sus cejas del mismo modo que su hijo hacía.

—¿A no?– volvió a negar.

—Vine a verla para pedir permiso de salir con su hijo, suegrita.

Su expresión se congeló como sí el mismo frío hubiera entrado tras el adolescente -no muy lejos de la realidad- y de no ser por su convicción se hubiera reído de manera nerviosa.

—V-vaya. ¿Él– se cubrió la boca con su puño al toser, tratando de lucir serena —él aceptó salir contigo?

—¡Por suerte sí!

Muy bien ¿Por qué su hijo no había ido a decirle tal acontecimiento importante?

Parte de la seriedad en Taehyung regresó, esperando verse suficientemente maduro a su edad.

—Pero hablé con mamá y aconsejó que sería más prudente que les pidiera permiso a ustedes, o en todo caso sólo a usted porque aún no sé dónde queda su hogar, disculpe.

—¡Yah, Taehyung! No necesitas disculparte por eso.– la pronta vergüenza le dio más seguridad al tratar al menor, sonriéndole con dulzura —Acompáñame a la oficina, ahí podrás decirme lo que quieras más cómodo y así yo le podré explicar al señor Jeon.

Traduciéndose, así ella podría fingir ser la madre tradicional y darle tal noticia a su oh muy -no- protector esposo y ablandarle el carácter para que no exagere el cuidado a su adorado primogénito. Claro que el adolescente no necesitaba saber aún qué claramente era ella la de constantes celos sobre sus hijos.

Le tomó del codo gentil, guiándole a la parte de atrás del gran mostrador. No dando crédito a la reacción de poder ir a esa parte de la clínica por primera vez y luego a la pequeña habitación a un lado.

Taehyung escaneo las paredes con fotos familiares, fotos de animales, anatómicas, un bebé Jungkook siendo cargado por ella y su esposo de ojos tiernos abrazándola por detrás, distintos titulaciones a nombre de la mujer -suegra- que se aproxima a sentarse en su silla giratoria. Se sentó en el sofá individual frente al escritorio, con el ramo sobre su regazo; una nueva fotografía apareció esta vez con un Jungkook más grande cargando a la que aún no conocía como su hermana menor y otro cuadro con un bebé en su cuna. El nombre de Dra. Jeon Yoonji se reflejó en una placa junto al marco de la foto.

Another Merry Halloween Story! / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora