El Joker y la Arlequín (EN RE-EDICIÓN)

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EL JOKER Y LA ARLEQUÍN

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"Buenos días ciudadanos de Ciudad Gotham, les hablamos desde "Gotham News", su noticiario principal desde el Canal 7. El día de hoy, nuestra Ciudad amaneció con una densa neblina y se predice que el día estará nublado, estaremos a 12 grados pero la sensación térmica será de 5 grados. Tomen sus precauciones. En otras noticias, hoy es un día sumamente triste para nuestra ciudad. Hoy, hace 10 años, Ciudad Gotham conoció la anarquía. Hoy se cumplen 10 años de la llamada "Tragedia de Gotham"..."

Tal como lo anunciaba el presentador de noticias, el día estaba pintándose de gris. Para muchos residentes de aquella ciudad, esperaban que el día terminara pronto, no muchos soportaban un día helado. Sin embargo, el clima era la menor de las preocupaciones para una sola persona. Para ella, el día estaba empezando. Ella pensaba mientras recogía su melena castaña oscura en una cola de caballo, tomando mechones entre sus dedos para convertir el peinado en un dulce moño.

Se miraba sus uñas, asegurándose de que estuvieran libres de esmalte y cortas, no era cómo si tener las uñas arregladas fuese parte de su apariencia, rara vez usaba esmaltes de uñas, sólo quería estar asegurada. Tenía que estar completamente preparada.

La ansiedad creciente de tener todo a la perfección en su aspecto provocó que las uñas estuvieran cortas, ella se las había comido.

Tenía que ser un día perfecto para ella.

Se echó un vistazo al espejo, temiendo que su maquillaje no fuese adecuado para la ocasión, no sería bienvenida con un maquillaje escandaloso, pero afortunadamente era sutil. No usó muchos productos en su cara, sólo el polvo, el rímel y un poco de rubor para no parecer una muerte viviente. Sólo faltaba lo más básico, lo esencial, lo que no podía faltar por nada del mundo en un maquillaje: El lápiz labial.

Miró su colección de labiales, colección conformada por cinco labiales. Pasando su yema entre todos, tomó el indicado y lo tuvo entre sus dedos, uno de sus labiales favoritos. Un labial rojo tinto.

Al destaparlo, la mirada azul de la joven mujer miró la barra cremosa, Sí, podría llegar a ser el color idea, el indicado para la ocasión, pues desde la primera vez que tuvo la fortuna de probárselo, ese era el tipo de labial que la hacía sentirse más segura y confiada de sí misma

"Si ya vas a empezar a usar esa clase de maquillaje, entonces no habrá problema si empezaras a hacerte cargo de los gastos, cómo la renta del departamento que cada vez está más cara. Sólo elige una buena esquina una donde no te note la policía, pero sí los clientes"

Cual desagradable pensamiento intrusivo, al recordar las palabras de su madre al descubrir ese labial en su colección provocó que regresase a su lugar el labial y guardarlo para siempre. Temerosa, prefirió usar un labial de tonalidad rosa opaco.

Una vez que sus labios estaban decorados, se miró al espejo de su tocador y repasó mentalmente su lista: Maquillaje listo, peinado listo, ropa lista. Todo estaba listo en ella.

¿Cuál era la ocasión por la cual ella estaba tan obsesionada con lucir pulcra y presentable? Era su primer día del Internado de Psiquiatría, después de años de estudio, finalmente darían resultados. Pero, a pesar que amaba su carrera cómo médica y el enfoque que decidió darle a la salud mental, no le agradaba la idea del lugar donde se desarrollaría profesionalmente. Pues no merecía estar ahí.

Ella era una de las mejores alumnas (Sí no es que la mejor) de su generación en dicha especialidad. Sus planes eran escapar y volar lejos de Ciudad Gotham, además de ser una de las peores ciudad del país, era una ciudad que le había arrancado el alma y reemplazado con dolorosos recuerdos. Así que, poniendo todos sus conocimientos a trabajar, logró presentar una excelente tesis que trataba sobre cómo nacía el comportamiento criminal en la sociedad. Fue un trabajo bastante halagado, uno de los mejores en décadas, un excelente trabajo académico. Los maestros encargados de graduar a la médica psiquiatra, sabiendo que, a pesar de la actitud retraída de la mujer, bajo esas capas de timidez y ropa horrenda, podían percibir que era una mujer bonita, y uno de ellos no desaprovecharía la oportunidad.