El chico de la bolsa

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Cada día, desde hace dos meses, Harry Styles veía al chico de ojos azules pasar por la ventana de su cafetería. No sabía de él o que hacía. Pero siempre parecía tener mucha prisa y siempre, siempre, llevaba una bolsa negra en su mano. Tenía una gran intriga acerca de este misterioso ser.

Éste día no parecía ser diferente, ahí estaba el chico, justo a las 3:45 de la tarde. Llevaba una camisa a rayas azules con fondo blanco. Un pantalón desgastado, mucho debo acotar, rojo y unas alpargatas muy viejas y sucias. Su cabello era castaño claro, con destellos dorados. Su piel era bronceada pero, a diferencia de hace dos meses, ahora estaba pálida y muy pegada a sus huesos. Sus prominentes pómulos se dejaban marcar con mayor facilidad.

Su semblante era serio, concentrado diría yo, pero eso era de siempre. El chico miraba hacia al frente, no emitía sonido alguno, o al menos eso había visto, ya que había chocado con un par de personas y no se había detenido a pedir disculpas o algo por el estilo.

-Tienes que preguntarle-escuché la voz de Liam- Se ve que te interesa y no puedes vivir de solo verlo pasar por aquí.

-No me interesa, no sé de donde sacas eso- se defendió.

-Antes, la cafetería no abria (de abrir) los domingos de  12 a 4- refutó.

-Quise ampliar nuestro horario- se encogió de hombros- además, lo que haga con la cafetería es mi asunto, Li.

-Está bien- alzó las manos en modo de defensa- sólo digo que deberías hablar con él. No te hará nada mal, amigo mí.

Se quedó con las palabras de su amigo rondar en su cabeza.

(°°°)

Tres semanas después, sucedió el primer encuentro. El rizado caminaba de regreso a su cafetería cuando vio al chico acercarse frente a él. Su piel estaba lastimada y temblaba levemente. Seguí con la ropa del día anterior y su entrañable bolsa. Se acercó a él, ya que había detenido a observar la cafetería y vio cómo se relamía el labio inferior.

Se acercó y le tocó el hombro, a lo que el hombre se exalto.

-¿Quieres algo de ahí?-preguntó amablemente

El castaño se limitó a asentir, con los ojos, hermosamente, abiertos.

-¿Por qué no pasas, entonces?- preguntó

-No tengo dinero para comprarme algo- respondió luego de unos segundos.

El rizado quedo enamorado de su suave voz, era como notas angelicales cortando el aire que respiraba. Y de cerca, era más hermoso que de lejos. Le regaló una sonrisa.

-Entra. Yo invito- dijo alegre

El castaño negó- no, no, no. No puedo aceptar eso- dijo sin dejar de negar con la cabeza

El rizado sonrió de lado- Vamos, soy el dueño del lugar-presumió- un par de tés y panes no me harán irme a la quiebra. Entra- le animó

El castaño asintió y se adentró al lugar. No lo quería hacer recalcar, pero el rizado deducía que no se había bañado en por lo menos una semana. O eso le dejaba ver el pequeño rancio olor, que emanaba del cuerpo del castaño. Tomaron asiento en una de las mesas más alejadas del lugar e hizo que esperara mientras él, personalmente, iba por sus órdenes.

-Pilluelo- escuchó la pícara voz de Liam.

El rizado negó- no es lo que crees. Sólo le ofrecí comida, se ve muy flaco y mal- acotó

El otro asintió y lo dejó seguir con lo que hacía. Harry tomó 3 panes, todos para el otro chico, y un par de tés de Limón. Puso todo en una bandeja y se fue a su lugar. Observó al otro chico, que aún no sabía su nombre o algo, mirar y jugar con su camisa. Se acercó y dejó las cosas en la mesa. Le sirvió su taza y le acercó el plato con los panes.

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