Forajido

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La noche terminó y empezó un nuevo día dónde se retomaron las patrullas en busca de Locksley. No voy a mentir, me alegraba saber que ese hombre le tenía miedo a algo, aunque fuera un temor comprensible hacia el fuego. Yo había quedado bien buscando un niño, y él había huído para salvar su vida. No es que importara claro, Marion estaba desaparecida y eso era todo lo que me importaba. 

Cuando dos días pasaron y no encontramos al conde ni a mi dama, el sheriff lo declaró fuera de la ley y a Marion raptada. Dijo que era para que los rastreadores a sueldo también los buscaran, pero conocía lo suficiente al sheriff para saber que eso no era todo. Declarando a Locksley un forajido, perdía el derecho a sus posesiones hasta que se lo atrapara para imponer justicia, o eso decía la ley.

No me gustaba el cariz que tomaba todo, pero lo dejé estar pensando que todo se resolvería cuando aparecieran y lo explicaran. El dichoso conde no me caía bien, pero sabía que no era un villano. Volvería por Marion tarde o temprano. Aunque ella no estuviera aquí, seguro que él volvería para buscarla también. La quería, casi tanto como yo.

Y así fue. Volvió, y con Marion, lo cual me pareció nada menos que sospechoso. Tal como me lo contaron, fue apresado y estaba encerrado "por su propio bien" hasta que se encontraran pruebas de su inocencia. Exigí saber los cargos, y fue entonces que me enteré de que el sheriff había culpado a Locksley del fuego. Dijo que lo había provocado ante sus propios ojos para fugarse con la dama.

Y Marion, mi querida novia. Ella estaba a salvo, por lo que suspiré aliviado, pero había vuelto con el estúpido conde. Justo antes de casarse conmigo. De ninguna manera era yo el único al que esto le sonaba raro, es decir, ¿de verdad mi inteligente dama se habría fugado con su pretendiente, a pesar de estar yo esperándola en el altar? Tal vez no era tan inteligente después de todo. Pero entonces, ¿por qué habrían vuelto los enamorados? Muchas cosas me chirriaban aquí. Locksley había conseguido a la chica, pero provocar un incendio para irse con ella era demasiado teatral. La investigación se realizó enseguida, a mis órdenes. Pero todos los hombres estaban a cargo del sheriff, y apoyaron su versión, adjudicando la falta de pruebas al fuego.

Así, sin más, condenaron a la pareja. Marion ahora estaba desconsolada, y no aceptaba ni una sola palabra de mi boca. Me miraba con odio renovado, incluso con más rencor que antes, si es que eso era posible. Me harté de decirle que yo no tenía nada que ver con esto. La fui a ver al calabozo, a ambos, pero ninguno me dirigió una mirada, mucho menos una explicación.

Pocos días después, Locksley se había ido. Volvió a considerarsele forajido, y junto a él siguieron varios personajes importantes de la clase alta. Pero Marion se había quedado en el calabozo, el conde la había dejado allí. Eso, por confiar en un fanfarrón. El sheriff llamó a la fuga una conspiración para asesinar al futuro rey. Dijo que Locksley volvería para su venganza.

Todo se estaba yendo a la mierda y no estaba seguro ni de cómo había pasado. 

Persiguiendo a Robin HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora