Raptada

66 7 0
                                    

Los preparativos tardaron un par de días, Juan debía contactar con su amigo el cerrajero, y yo tenía que encontrar una buena excusa para presentarme sin avisar, tensa como estaba mi relación con el sheriff últimamente. Pero tenía que ver a mi querida Marion antes de que pasara, si bien el cura dijo que era mejor que no supiera nada, para que pudiera negarlo todo en caso de ser atrapados. Quería saber lo que pasó en la ceremonia, por qué me abandonó. Y delante de todo el mundo además. Es decir, ¿no podía haber esperado a la noche de bodas, al menos? 

Fui a verla, y aunque todos me miraban tensos, nadie realmente esperaba que yo fuera a sacarla de allí a la fuerza. En primer lugar porque no la tenía, pero también porque era demasiado importante que el príncipe siguiera las normas, aunque sólo fuera de fachada. Me senté a su lado y charlamos amigablemente vigilados, y cuando vi que el guardia se aburría, le pregunté en voz baja por qué. ¿Tan difícil sería amarme? Yo me esperaba un elaborado discurso, pero Marion se encogió de hombros y dijo: "Él me hace sentir especial. Como si fuera la única persona que importara en este mundo. No por ser la hija de un barón, sólo por ser yo misma. Soy más yo con él de lo que nunca he sido contigo."

Lo pensé, y le di vueltas esperando un significado oculto que me iluminara. No acaba de entenderlo pero al mismo tiempo tenía sentido. Es decir, yo mismo vi cómo se transformaba aquel día en mi casa, cuando paseamos por mis jardines. Ella era ella cuando entró, pero cuando empezó a hablar de él, parecía otra persona. No mi Marion. Así que, al parecer, ¿la Marion que conozco y amo no es la verdadera? Todo este enrevesado lío de amor me estaba dando dolor de cabeza. Me fui igual de confundido, aunque al menos me di cuenta de que ella nunca sería mía. Y la verdad, estaba aliviado. Es muy difícil amar a Marion, en serio. 

Además de eso, había averiguado que el sheriff había noqueado al conde en la ceremonia. Y sí, me alegré. Nada como un buen chichón para poner la cabeza en orden. Antes de caer había llamado a gritos ayuda, y Marion lo escuchó. Cuando llegó había visto demasiado, así que también la cogió y los encerró por separado durante dos días, cuando los dejó en medio de un camino muy frecuentado. Luego fue a buscar unos guardias y los guío hasta allí, para "atraparlos" oficialmente. Parecía demasiado rebuscado para el sheriff, así que no dije nada. 

Aunque no me creyera su historia, estaba claro que el sheriff tramaba algo. Tenía que hacerse hoy mismo, mientras se ponía el sol, aprovechando las nuevas sombras para ocultar los movimientos.

Con mi mejor gala de príncipe, mis escoltas a ambos lados y una dama de mi brazo, estaba en la puerta del calabozo a la hora acordada. El sheriff me recibió cautelosamente, pero le dio una sonrisa a la damisela. La pillé al vuelo y los presenté rápidamente, cediendo la mano de ella a su brazo y suplicando a la muchacha que se comportara bien con mi buen amigo. Entre risas les conté mis nuevos avances escapando por la ventana, entreteniendo también a mi escolta para que no se fijara demasiado en los alrededores, solo en mí. Yo era el centro de atención.

Por el rabillo del ojo capté un movimiento, y exageré aún más mi historia, tratando de tapar cualquier sonido. Esperaba que ese amigo de Juan no tardara demasiado con la cerradura, porque a medida que se iba haciendo de noche más frío hacía y mis soldados se ponían más y más impacientes, así como la dama. Dando largas, me despedí con alardes y promesas de volver por otra visita por si acaso aún no habían salido, y luego nos fuimos también haciendo ruido.

Casi me dolía la cabeza cuando llegamos a la casa. Esperé toda la noche que un guarda corriera a avisarme que Marion había escapado pero no llegó. No sabía si era porque no revisarían hasta que le dieran el desayuno o porque efectivamente seguía encarcelada. La duda me mantuvo despierto, por eso el sheriff me preguntó si no había dormido bien cuando llegó a la mañana siguiente. Le di largas diciendo que la dama me mantuvo despierto, pero no parecía preocupado. ¿Habría sido un fracaso?

Entonces llegó un apurado guarda, con la esperada noticia: Marion había desaparecido.

La teoría inicial era que fue raptada, porque una dama bien educada no sabía forzar cerraduras. Fingiendo alarma, me escandalicé y obligué al sheriff a jurarme que la encontraría sana y salva. Luego los largué a todos de mi casa. Esa noche dormí intranquilo, soñando que el sheriff venía a prenderle fuego a mis sábanas y me encerraba aquí para que muriera calcinado.

Persiguiendo a Robin HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora