Segunda: Me hace sentir en las estrellas.

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     Ya son, aproximadamente, tres meses evitándola

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     Ya son, aproximadamente, tres meses evitándola. Me salí de las clases de baile que compartimos y coloqué de excusa que comencé con mis clases de pintura, en la escuela comencé a sentarme con Scorpia, una castaña bastante agradable. A ella, como a todos, les sorprendió que ambas evitamos hablarnos más de lo necesario. 

Me preguntó más de una vez qué había sucedido, pero me dediqué a ignorar todas las preguntas sobre el tema. Adora hizo exactamente lo mismo, nuestro grupo de amigos pasó a ser automáticamente su grupo, y yo decidí buscar otro al cuál pertenecer. 

Así conocí a Entrapta y a Boris, junto con Scorpia, nos hicimos prácticamente inseparables.  

Pero mi tiempo de ignorarlo culminó, porqué nuestras familias son amigas y hemos sido invitados a acudir a la ceremonia de compromiso de Iván, su hermano mayor. Tenía la esperanza de que no me invitasen, ya que, bueno, he estado bastante ausente. 

Lo hicieron, desgraciadamente. 

Y ya no puedo evitar el tema.

Me adentro a la sala dónde se realizará la ceremonia con incomodidad, e intento pasar desapercibida. Lo que es raro en mí, ya que adoro ser el centro de atención. Pero ser invisible no dura mucho. En cuanto logro acomodarme en mi mesa destinada, Iván se presenta para darnos la gracias por venir.

—Mira, Lincy, el fantasma de Kate se presentó —bromea, para seguido de ello posar una de sus manos en mi cabello y desordenarlo—. Te extrañé, hermanita dos. 

Lincy y Kate. Los dos apodos que nos colocó Iván cuando éramos unas niñas, creí que jamás volvería a escucharlo. En algún momento, simplemente comenzó a llamarnos por nuestros nombres, pero ahora puedo deducir que a su parecer, es necesario recordarnos nuestra infancia.

—Kate no puede atenderlo hoy, favor de comunicarse en los días siguientes —digo, mientras le lanzo una mirada de molestia. Él se ríe y por el rabillo del ojo, puedo visualizar como Adora evita mirarme. 

Está dolida. 

Y la entiendo, totalmente. Si fuera al revés, no sé qué sentiría respecto a que ella me hiciera lo mismo. Probablemente jamás querría hablarle de nuevo. 

—Necesitan hablar, peques —nos sonríe con entendimiento, como si él supiera más de lo que pretende—. Las veré luego. Sean mejores amigas otra vez, ¿quieren? 

—Díselo a ella, no soy yo quién está evitando a la otra como si fuese una plaga —dice con molestia la rubia y, aunque quisiera quejarme, no podría. 

—Yo no estoy... —intento justificarme, pero cierro la boca con rapidez. 

La he estado evitando, lo sé y no hay forma de mostrar lo contrario. Es la maldita y pura verdad; me gustaría decir que me arrepiento, pero no es así. No lo hago ni por un segundo, sé que la lastimé, pero yo también merecía mi tiempo para pensar. Necesitaba mi propio espacio y, lamentablemente, Adora es de esas personas que quieren una respuesta en el momento, que se molesta si evitas mucho tiempo un tema y es capaz de insistir por días. 

Doce razones [Catradora]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora