CAPÍTULO VEINTIDOS

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22|Confusiones

13 de noviembre, 2019.


Naruto.

Le sonrió a Jiraiya con suficiencia mientras me cruzó de brazos, el vejete pensaba con su mente ilusionada que podía ganarme en una épica pelea.

Una batalla mortal.

La guerra.

La guerra de pulgares.

—Me da asco que tengas tanta fuerza en las manos. — el sensei se cruza de brazos refunfuñando, frunzo el ceño.

—¿A que te refieres? —

Jiraiya me mira y pone cara de “¿en serio?” cuando ve que no captó su idea rueda los ojos y suspira, no se que es tan obvio ¿Por qué le daría asco mi fuerza de brazos?

—Ya me puedo hacer una idea, quizás deba entrenar del mismo modo que tú. —sonríe de lado. —Ya sabes… —vuelve a subir y bajar las cejas. — Con la ayuda de manuela… Y una buena historia +18.

Un sonrojo furioso se adueña de todo mi cuerpo, lo miró con los ojos abiertos de sobremanera, comienzo a negar con la cabeza, que ocurrencias que tiene, como… Como podría, encima con una historia, no… Quizás con algún video ¡pero no lo hago! Aunque… nada.

—¿Q-que…? ¡Viejo cochino! —lo apuntó con el dedo índice. —Yo no soy como tú… Depravado.

—Ay pero si es algo totalmente normal, es más, tengo una táctica que consiste en aga…

—¡Demasiada información! No quiero tener un trauma de por vida, gracias.

—Que nena… —Jiraiya se burla de mí y yo lucho por relajarme y bajar el calor de mi rostro, que ya arde hace un rato, masturbarse no es algo que haga habitualmente, la verdad es que suena estúpido pero… Me da impresión, demasiada. No diré que no lo he intentado porque no estoy aquí para mentir… Pero a la hora de, bueno, de eso, no puedo, se me hace… No lo sé… Raro.

—Si claro, quieres cambiar de tema para no aceptar que te gane… En reiteradas veces de echo. —el corre la mirada apenado. —Que vergüenza —Yo niego con la cabeza. —Un hombre de tu edad.

—Estaba distraído.

—Si, si. —le respondo como si fuera tonto, el rueda los ojos y se dispone a juntar los materiales que usamos hoy para entrenar, al ya estar un poco mejor e decidido retomar mis clases extras con el.

No diré que fue difícil, aterrador diría yo, cada vez que tan solo pensaba en ramen Ino y Sakura se ponían como locas, leían mis intensiones y enseguida desataban un extenso discurso de mi salud, de ellas y bla, bla, bla, pobre de los hijos que lleguen a tener en un futuro. Los compadezco.

Recuerdo cuando ambas entraron por mi puerta con una bolsa repleta de cosas verdes, lechuga, perejil, vegetales en fin, mi heladera parecía una tienda vegana. También se acabaron las noches de pizzas ahora son las noches “saludables”. Vaya mierda.

—¿Yo soy el que no aguanta? ¿Te recuerdo quien se desmayo por caminar dos cuadras al sol? —Jiraiya me mira desde arriba con suficiencia.

—¡Eh! Eso fue una sola vez.

—Aja…

—No volverá a suceder.

—Seguro.

—Viejo. —el gira el cuello en mi dirección como la niña del exorcista.

—Viejas tus nalgas. Yo estoy bien fresco.

—Tan fresco como una lechuga…

—Así es.

—Podrida… —atento y risueño observo como su cara se transforma lentamente en una mueca de enfado.

—Mocoso masturbador crónico… —echo a correr antes de que me golpee, perdiéndome en el bosque. Escape por ahora, no quiero saber como estará mañana.

En mi camino oigo risas familiares, muy familiares de hecho, y extrañas porque estas risas suceden una vez al año como mucho, así es. Las risas de Sasuke. Me paro en seco y agudizó el odio para captar de donde vienen, se oyen muy leves pero aún así están y trato de ir hacia el lugar, camino despacio para que no me escuchen y al fin divisó su tan inconfundible espalda, inconfundible porque me la he quedado observando millones de veces como un baboso. Tengo un serio problema con las espaldas.

Son dos personas, él y una más, es una chica de largo cabello castaño. Están sentados sobre una roca. Ella ríe y le toca el hombro.

Le-toca-el-hombro.

¡Lo toca!

¡Y Sasuke no se aleja!

¿En qué mundo paralelo estoy viviendo?

Me agachó y uso mis tácticas ninjas para no hacer ni un solo ruido, manejo mi respiración y me camuflo entre las hojas, cualquiera que me viera así pensaría que quiero matarlos o algo.

Bueno. A Sasuke no lo quiero matar. O si. Todavía no lo sé.

—Te extrañe. —dice ella, dejando ya de reír.

—Yo también, me alegra que hayas vuelto. — eso aunque suene inverosímil lo dijo Sasuke, el mismo Sasuke que no dice más de tres palabras al día, hoy superó su récord.  ¡Y lo peor es que se alegra de que ella haya vuelto!

—A mi me alegra volver. —le sonríe dulcemente, con las mejillas sonrojadas.

Puaj.

A ver, pensemos, el obviamente no tiene hermanas, ni primas, ni tías, ni ningún familiar femenino excesivamente bello. No quiero pensar en lo que estoy pensando. Será su…

¡No!

Imposible, él no hubiese hecho nada conmigo de ser así, se que Sasuke no haría eso.

¿Lo sé?

Ella vuelve a reír apartando mis pensamientos, ¿tanto se va a reír? ni que Sasuke fuera tan chistoso, nunca lo oí contar un chiste en mi vida, nunca.

Y ahora esta tan risueño el maldito.

Una sensación nada agradable se expande por todo mi pecho, haciéndome sentir deseos de realizar cosas realmente malas.  Furia, mucha furia mezclada con celos, dios está tan mal que piense así… ¡Pero no puedo evitarlo!

¡Quién es ella!

¡A qué vino!

¡¿Qué es de Sasuke?!

Y sobre todas las cosas…

¡¿Por qué lo besa?!


Tengo una dudita, ¿que les parece la historia hasta ahora?

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