Carta de suicidio.

780 59 6
                                    

16 de Febrero, 1983

Querido Anthony.

Para cuando despiertes, ya no estaré. Seré como el humo de tu café en las mañanas. Como el smock de los automoviles. Como la niebla en una noche helada. Me habré esfumado en el aire. Y lo nuestro no habrá sido más que un amor de muertos. Por que cuando despiertes eso es lo que seré, y por que a fin de cuentas tu eras un muerto en vida. Cuando despiertes mi alma estará vagando, buscando cuerpos a los que atormentar, y así, desahogarme por completo. Aunque dudo algún día encontrar la paz . No llorarás, estos trece años de matrimonio me lo han dejado claro. Aún recuerdo el día en el que acepte ser tuya para siempre frente al altar en aquella hermosa plaza de Venecia. Te juro que de haber sabido que desde ese día mi vida se convertiría en un infierno, jamás hubiera aceptado ser tu esposa. Tanto tu como yo tenemos la culpa de esto. Tú, por que en lugar de amarme y protegerme como prometiste ante al padre, lo único que hiciste fue llegar todos los dias a casa a altas horas de la madrugada con marcas de labial rojo implantadas en la cara y un edor a alcohol que se percibía incluso, desde la casa de la vecina donde me ocultaba cada que invitabas a tus amigos a pasar la noche. Y yo, por haber permitido que hicieras de mi lo que quisieras, por haberte creído cada vez que me decías que era una inservible, que nadie me querría, que me tenías lástima y tantas otras cosas que me lastimaban y hacían que cada día me hiciera más pequeña ante ti. Tengo la culpa de haber aceptado ser tu marioneta y no alejarme de ti cada que me ponías la mano encima. Hoy, me he hartado de todo, ya no quiero soportar ser tu juego para cuando estas aburrido. Me humillaste frente a toda mi familia, me golpeaste todos los dias como si fuera tu deporte favorito. Ya no pienso permitirlo. Sé que sonará inmaduro, pero la única forma de terminar con esto, es que muera. Tantos años portandome como una adolescente deprimida dieron fruto, y ya he tomado la descición. De nada servirá huir a otro lugar. Pues estoy tan rota y hundida que mi compañía no será agradable para nadie. Solo desapareceré de este mundo y haré como si nunca hubiera entrado en el. Puedes mentirle a todos e invertar cualquier excusa para justificar mi muerte, en realidad no me importa. Puedes quemar esta carta al terminar de leerla, igual que con todas mis cosas, que aunque escasas, tuvieron algún valor para mi. Puedes irte con otra y arruinar su vida, al igual que lo hiciste con la mía. Todo lo que pase de ahora en adelante, me tiene sin cuidado. Dejaste de importarme ya hace mucho. No tengo nada más que decir, o almenos no a ti. Me despido sabiendo que esta nota rondará en tu cerebro el resto de tu vida, y eso me tiene satisfecha. Adiós a aquel que alguna vez fue mi todo, y hoy, no es nada.
Dulces pesadillas Anthony.

Con rencor y odio.
Rafaela.xx

Un suicidio desapercibido. [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora