Aún siento los golpes del metal contra mi sen, recuerdo el sabor de la sangre que se escurría entre mis labios y el dolor que me aseguraba que todavía no había muerto. Recuerdo sus manos, huesos blancos con restos de piel putrefacta recubriéndolos, pero lo que mejor recuerdo fuero sus últimas palabras, cuatro frases que causaron en mi el auténtico pavor. "No es tu momento de morir. Tú me mataste. Tan solo el dolor te recordará la vida, dolor eterno mientras no mueras. Pero no desesperes, también te otorgo una vida eterna" hacía ochenta y tres años de aquello y todavía se preguntaba cuando dejaría de ser un hombre de veintitantos años portador de un dolor incalculable.
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Relatos oscuros para una noche de tormenta
NouvellesMi corazón solía hacer ese extraño sonido tan rímico como si estuviera roto "bum-bum bum-bum". Así que me lo quité, lo abrí y lo arreglé, ahora por fin está en silencio. ¿Quieres que arregle el tuyo? Hace el mismo ruído.