десять

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Tarde, unas tres horas tare ¿Qué más daba? No quería ir a esa junta y nadie podía culparlo, su coche rojo se estaciono más lejos de la entrada que el resto, su mirada se clavó de inmediato en las personas en la puerta ¿un par de amantes? No lo sabía, pero de lo que estaba seguro era que ese mongol tenía muy bien abrazado a una chica escultural

- ¿Estas bien? - escucho preguntar a Ulán Bator a aquella chica que tenía la cara escondida entre su pecho, noto entonces que las manos de esta descansaban en el pecho del mongol, como si quisiera alejarse de él

- Un desastre- aquella voz era más gruesa de lo que pensó podría tener una señorita como aquella

- ¿Molestando a la yunaya ledi Bator? –Miro con recelo al mongol que hasta el momento noto su presencia, estaba a unos escalones debajo de ellos, podía ver los zapatos de tacón rojo, el vestido de cola blanco y el saco negro que traía la joven, pero no podía verle la cara

- Piérdete Moscú –La joven dio un salto por la notable molestia en la voz del mongol, dio unos pasos hacia un lado separándose de este, pero aún mantenía su cara hacia enfrente evitando ver al ruso. Carlos sabía que los rusos eran poco tolerantes con lo que él era, lo que menos quería era terminar con la cabeza en el excusado de hombres o pero que eso.

- ¿La está molestando señorita? –El ruso subió los escalones restantes para quedar a espaldas de Carlos, pero antes de siquiera tocarlo Ganzoo se interpuso

- Deja lo en paz- Ordeno tajante, pero Moscú solo rio y le dio la vuelta a Ganzoo para esta vez quedar frente a frente a la joven que parecía estar fascinada con sus propios zapatos

- ¿Señorita? –Moscú no entendía exactamente por qué aquella joven estaba evitando que le viera la cara, tal vez estaba algo nerviosa no siempre se ven a chicos muy altos y con gran atractivo, con esto en mente su mano se posó en el mentón de la joven para que esta subiera la cabeza y lo mirara

- ¿Moscú? –Su corazón bombeo sangre a través de él tan rápido como pudo, el frio paso a segundo plano y ahora solo esperaba que el ruso dejara de verlo, conocía esos ojos, los conocía terriblemente bien y sabía que si no se alejaba terminaría a un paso de jamás poder regresar a su casa

- ¿Tu? –Moscú alejo su mano de CDMX como si al tacto quemara, volvió su vista al mongol y luego la regreso hacia CDMX, estaba mal, muy, muy mal, esto era malo y horrible, esto no tenía explicación y era erróneo ante los ojos del ruso.

El silencio se hizo presente, nadie se movía, nadie podía pensar con normalidad y en esta situación el estrés en CDMX exploto y una parte de él, aquella voz que le solía echar tierra sonó por toda su cabeza al ver lo ojos de Moscú.

"Sucio, fenómeno, raro, monstruo, aberración, asqueroso... ¡Error! ", eso era lo que la voz dentro de él le repetía, una y otra vez las únicas palabras en su cabeza le decían esto y por un micro segundo contemplo la idea de correr a dentro de la fiesta y buscar desesperada mente a quien sea, pero no podía hacer eso, no debía de hacer eso porque ¿Por qué?

Hacia frio y en un momento comenzó a sentir calor, su cara empezó a estar caliente, sus ojos se sentían arder y después sintió escurrirse algo por sus mejillas... lagrimas.

-¡¡...!!- Moscú vio como las lágrimas en los ojos de CDMX se desbordaban y caían con rapidez deslizándose por sus manos que apretaban fuertemente su vestido, la cara del mexicano estaba inundándose en lágrimas y una parte del ruso se sintió culpable pero ya era tarde, Carlo corrió hacia el estacionamiento y ni él o Ganzoo habían visto venir aquel movimiento, ambos se quedaron en shock no sabían que hacer pero un minuto después comenzaron a perseguir al mexicano que ahora era una mancha blanca entre la nevada ¿en qué momento se alejó tanto?

Un cambio necesarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora