Capítulo 4: Perdidos

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Narra Aitana

No sé por qué le acabo de decir eso. No hablo de mi vida, no hablo de mi pasado. ¿Por qué parece que con él todo es distinto?

- Joder, lo siento – dice mientras yo solo puedo mirar hacia abajo, evitando sus ojos que estoy segura que muestran pena.

- No es tu culpa – aseguro

- Ya... ¿y con quién vivías antes de mudarte aquí?

Ese es el problema cuando empiezas a responder preguntas. Siempre hay más. una vez que sabes una pequeña cosa, quieres saber todo. Y al levantar la mirada y encontrarme con los sus ojos, puedo ver la incertidumbre en la mirada de Luis.

- Creo que harán falta más que solo crepes de chocolate para conocerte, ¿me confundo? – pregunta ante la falta de respuesta

- Lo siento, es que...

- No pasa nada, estoy dispuesto a esperar – me dice, convencido

¿Esperar? Si de mí dependiera, podría esperar toda su vida por respuestas. Nunca necesité a nadie. Depender de las personas es algo que me niego a hacer, te hace débil. Y al final no sirve, porque al final, todos se van.

Narra Luis

Vuelvo a casa a trabajar después de desayunar con ella. Esa chica que guarda mil secretos detrás de ese flequillo y esos ojos color miel.

Quizás piensa que nadie se da cuenta, quizás está convencida de que a nadie le importa o quizás no quiere contarle nada a un simple desconocido. Pero, para mí ya no hay vuelta atrás. Estoy decidido a saber quién es.

A lo mejor me veo un poco en ella. Con esa mirada desconfiada y con esos muros que la rodean, esos muros que creó para protegerse, imagino. Igual no somos tan distintos. Igual somos parecidos en muchas cosas.

Después de escribir música para las ideas en forma de letras que tengo escritas, se las mando al productor para que las evalúe.

Soy compositor. Siempre me gustó la música y nunca se me dio bien hablar de lo que me pasa o de lo que siento. Por lo que escribir canciones siempre fue mi escapatoria, mi refugio. Un lugar donde sé que voy a estar a salvo.

Estoy fumando un cigarro en la pequeña terraza de mi pequeño piso aquí en Madrid cuando mi móvil vibra.

"Ábreme, coño" ¿quién más iba a ser?

Salgo de la terraza y escucho como sigue golpeando mi puerta como un maniático. Abro y allí está parado.

- Joder, ¿pero qué estabas haciendo? Llevo aquí como cinco minutos

- Estaba fumando fuera, pasa imbécil

Roi es mi mejor amigo desde que me mudé a la capital. Lo conocí por Ana y la verdad es que sin él no sé qué haría. Nos sentamos en el sofá mientras Roi me cuenta que está pensando en comprarse una nueva guitarra. Al igual que a mí, a mi amigo le encanta la música.

- ¿y qué me cuentas de Aitana? – la pregunta me toma por sorpresa

- ¿de qué hablas?

- Te vi con ella fumando en la terraza, ¿de qué hablabais? – me pregunta mi amigo

- De nada, solo me pidió un cigarro y fumamos un rato

- Te gusta – afirma

- Por dios, Roi ¿Qué dices?

- Pues la verdad. Mira hasta te has puesto nervioso y todo

El Silencio Dijo SíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora