Capítulo 5: Déjame que te cuide

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Narra Aitana

- Lo siento, lo siento, lo siento. – digo sin parar al ver el vaso roto en tropecientos pedazos en el suelo

- Aiti, que no pasa nada. Cuidado no pises nada – dice Ana antes de reaparecer en la cocina con una escoba.

- Ana, lo limpio yo que fui la que lo tiró – digo tratando de sacarle la escoba para barrer yo misma

- Quita, ve a sentarte y a ver si no se te ha metido nada en el zapato – me ordena

Ya han pasado varios meses desde que me mudé aquí y la verdad es que creo que ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Ana se ha vuelto una persona muy importante para mí y creo que ella también me considera una persona importante en su vida.

Miriam, Roi y Amaia han vuelto a pasar noches aquí y cada vez me caen mejor, la verdad. Son todos muy divertidos y nos reímos mucho juntos. Amaia me recuerda mucho a Rafa. Siempre bromeando, siempre con una sonrisa, siempre haciéndote reír.

Y en cuanto a Luis, me asusta lo mucho que él significa para mí en tan poco tiempo. Se volvió casi una tradición que cada vez que se me antoja algo, él me cumpla el capricho. Es una conexión imposible de explicar, una unión que me aterra pero que no quiero dejar ir.

Después de una larga noche de trabajo vuelvo a casa agotada. Al llegar noto que Ana ya está durmiendo y me dirijo a mi habitación con la intención de hacer lo mismo. Pero luego de estar un rato acostada en mi cama intentando dormir, siento que mi cabeza está a un paso de explotar. Joder.

Me levanto al baño y me mojo un poco la cara con agua fría. Esperando que sea cosa de unos minutos y que no sea fiebre ni nada por el estilo.

Desde pequeña tuve que aprender a cuidarme sola. Recuerdo momentos en los que pasaba toda la noche despierta esperando que me bajara la fiebre. A veces Rafa me contaba algún cuento para que pensara en otra cosa y lograra distraerme. Pero cuando él ya no estaba tuve que aguantar sola.

Me levanto a las nueve completamente sudada y agotada de no haber pegado ojo en casi toda la noche. Voy a la cocina y me encuentro con Ana desayunando

- ¿Estás bien, Aiti? Estás un poco pálida – me dice Ana desde la mesa mientras me sirvo un vaso de agua

- Sí, no te preocupes. No he dormido muy bien – digo, quitándole importancia

- Si necesitas algo, avísame – me dice antes de que me vuelva a meter en mi habitación.

- Gracias – consigo decir antes de caer nuevamente en mi cama

Narra Luis

- No sale de su habitación hace dos días, tampoco me deja pasar – me cuenta Ana cuando llego a su piso

- Ya voy yo

Toco su puerta y espero una respuesta que no llega, toco de nuevo

- Ana, estoy bien de verdad. – escucho

- Aitana, soy Luis – digo

Escucho unos pasos y la puerta finalmente se abre para dejar ver a una Aitana en pijama y con gafas puestas

- Luis, ¿qué haces aquí? – pregunta, confundida

- ¿puedo pasar?

Veo como duda pero finalmente da un paso atrás para darme paso a mí mientras cierra la puerta nuevamente. Se sienta en su cama y yo solo la miro.

El Silencio Dijo SíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora