Nadie debería avergonzarse de padecer alguna enfermedad mental. El poder de la mente es fuerte y a veces te engaña al punto de derrumbarte. Está bien luchar contra ésta, está bien buscar ayuda. Nadie debería avergonzarse de atravesar terapias y medicamentos por necesitar cuidarse a sí mismo. Estar mal al punto de ser diagnosticado con alguna enfermedad mental no debería dar vergüenza, ni sorpresa ajena, ni tornar a la persona dentro de la etiqueta de "anormalidad". Falta muchísimo respeto y empatía en esta sociedad.