Puede que me ría hasta las tres de la mañana o hable de la complejidad de la vida hasta las seis. Puede que despierte y sin darme cuenta haya bajado a prepararme un café. Puede que sonría sin razón aparente. Puede que calle para escucharme a mí misma la infinidad de pensamientos que jamás serían elocuentes.
Puede que me memorice ciertos datos que me impresionen, puede que sea capaz de hablar de lo que me haga feliz todo el día, puede que llore de felicidad con una película o no lo haga en lo absoluto. Puede que me guste pasar tiempo conmigo misma, leer, escribir, reflexionar. Puede que sea así, sencillamente feliz, puede que ser humilde es lo que siempre me gustará más de mí.
Puede que tenga un millón de sueños y un millón de experiencias por contar. Puede que crea, confíe, y quiera demás. Puede que sea una persona extremadamente agradecida y tranquila. Puede que siempre dé mi más honesta opinión, y puede que las injusticias me rompan el corazón.
Puede que priorice a todos antes que a mí misma, pero puede que ese aprendizaje de amor propio lo pueda alcanzar.
Puede que sea la única persona que quiera correr bajo la lluvia, puede que no me canse de hablarle a mi perrita, puede que admire lo que para otras personas es común. Puede que sea demasiado afectiva, demasiado profunda, demasiado yo misma.
Puede que, al final del día, esté orgullosa en lo que me convertí.