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Louis despierta con una resaca terrible. La boca todavía le sabe a nicotina y su cuerpo duele en cada músculo.

Salta, pensando que alguien más lo está acompañando en la cama, pero no es así. Sus compañeros son el bulto de las almohadas y la luz que se cuela en las cortinas.

Suspira y se pone de pie, lentamente, sin querer provocarse náuseas.

Muy tarde.

Corre a velocidad media al retrete y lo suelta. Deja ir todo el alcohol que mantenía y se siente, ligeramente mejor.

"Ya no eres un muchacho" se dice a sí mismo. " Casi 28 años y sigues comportándote como un jodido adolescente."

Tira de la cadena y arrastrando los pies sale de la habitación.

En el salón, da el segundo salto del día al ver a alguien dormido en el sofá. Cuando se estabiliza, rueda los ojos con fastidio.

No puede creer que se haya quedado en su casa.

Enciende el televisor, sabiendo que hará ruido y la despertará. Ese es el maldito punto. Ella se remueve, y abre los ojos, fulminante.

"¿Has perdido la cabeza, loco de porquería?" le reclama la morena, frotándose los ojos.

"¿Qué estás haciendo aquí?"

"¿Tú qué crees? Tuve que traerte después de que decidieras beberte media botella de whisky tú solo. Los paparazzi nos estaban esperando fuera del bar."

Louis no tiene tiempo para eso. Ni la paciencia. Ellos habían llegado a un acuerdo. Nada de vida personal, simplemente serían pareja a los ojos del mundo, pero no podrían entrometerse en sus asuntos. Entrar a su casa sin permiso era claramente una violación a ese contrato.

"Me importa un carajo. Existen los taxis"

"Sí, bueno. A la próxima te dejaré a mitad de la calle con uno. Quizá despiertes con un poco más de decencia humana."

Louis no quiere responderle. Se gira en dirección a la cocina, pero algo capta su atención en la mesa.

"¿Qué es eso?" señala con el dedo, ella sabe perfectamente de qué está hablando. Está viendo el resto de polvo blanco que yace en la superficie negra.

"¿Tú qué crees?"

"Sabes perfectamente bien que me he mantenido sobrio durante 18 meses ahora... ¿Cómo te atreves a traer esta mierda a mi casa?" dice, indignado.

Está furioso con la persona frente a él, pero está más furioso consigo. No habría necesidad de estar sobrio si él no...

"Louis, ¿Quieres dejar de ser una patada en el trasero? Son las 11 am, maldición. No has inhalado nada tú. Es todo mío. Si te molesta, lo limpias y ya está."

Él se abstiene de comenzar a gritar como loco, no hay necesidad. Ni siquiera su cabeza lo soportaría. Lo que ella haga con su vida le da igual, no debería molestarse porque alguien haga líneas en una noche de fiesta.

Aprieta los labios y sale del salón.

"Quiero que te vayas en una hora. Mandaré que alguien te lleve a tu casa y no quiero verte hasta la siguiente cita." dice fuertemente desde la cocina, mientras busca un vaso de agua, desesperado.

"No te preocupes por mí. Ya voy a marcharme. Mejor preocúpate por tu estúpida vida doble, cobarde de mierda."

Es lo último que oye de ella, cuando cierra la puerta de la casa.

Louis sabe que hay fotógrafos fuera de su casa. Siempre hay cámaras alrededor de él.
La verán salir y todos pensarán que han pasado una noche maravillosa, tan romántica y sexy que parece irreal que puedan ser tan felices.

NEVER GOING BACK | l.s. ErodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora