Capitulo I

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—Reina Elsa, le suplíco que reconsidere llevar a mi hijo a su reino le juro que es buen sirviente. Ademas, él no es... bien recibido aqui.—

—¿Qué le hace pensar que en Arendelle si lo es?—

—Me refiero que aqui es un estorbo, un bastardo innecesario que debe ser eliminado. Pero, se que un gran y buen corazón como el suyo no dejaría que eso pasára ¿o me equivoco?—

—Rey Ferdinard, entiendo que Hans no es bien recibido aqui pero ¿si entiende el peligro que podría causar a Arendelle, mi gente, mi hermana,  y mi cuñado?—

—Tonterías Reina Elsa, estamos enterados sobre las acciones de Hans hace 3 años en su coronación. Lo entendemos, pero es solo un chiquillo travieso que quiere atención. Mi esposo está en lo correcto, debe acceder a llevarse a Hans de aqui.—

—Reina Sandra, con todo respeto, no creo que  regresando a Hans a Arendelle sea buena idea. La respuesta es no y jamas voy a acceder llevar a un asesino a mi reino, buenas tardes.—

—Si sale de esta habitación sin Hans en su barco, declararemos guerra contra Arendelle de inmediato. Créame que ahora tendra que preocuparse bastante por su gente... bruja.—

Elsa despertó agitada, con la esperanza de que todo habia sido un sueño. Pero no lo era, ahora mismo se encontraba de vuelta a Arendelle con un invitado no deseado, Hans Westergaard, decimo-tercer príncipe de las Islas del Sur. Estaba tan molesta con las monarcas de las islas sureñas.

No solo le obligaron a llevar a casa a un intruso que intentó asesinar a su hermana Anna, y a ella misma. Pero, declararían la guerra contra Arendelle de no llevar a Hans con ella, lo cuál mataría a su gente de inmediato. Aún más porque no tenia su propio ejercito, ya que creía que Arendelle no lo necesitaba. Arendelle era un sitio lleno de paz, armonía y amor ¿por qué querría arriesgar la vida de hombres benévolos e inocentes? Era absurdo.

Se puso de pie y caminó hacia la pintura que colgaba en la pared de la habitación en aquel barco. Observó a ambos de sus padres quienes tenían sonrisas en sus rostros mientras sostenian a las pequeñas Anna y Elsa. Esa pintura siempre la llenaba de felicidad, ya que le recordaba esas veces que su madre cantaba canciones de cuna para las hermanas sobre un bosque encantado el cuál estaba mucho más allá del reino de Noruega.

Aunque era extremadamente feliz al lado de sus padres y Anna, tambien se sentía... sola. Nadie en su familia era igual a ella, nadie poseía cabellos blancos, ni la piel tan pálida, ni siquiera poderes de hielo que creaba la mágia. Se sentía fuera de lugar, que no encajaba en los estándares de una princesa, mucho menos una reina.

—Mamá... papá... ustedes sabrían que hacer y como manejar esto. Se que ustedes tuvieron confianza en mi desde que se fueron en ese barco. Pero no puedo... mis poderes son cada día más fuertes y no se como controlarlos del todo.— Elsa bajó su mirar sintiendo como su corazón se sentía pesado y triste.—No tienen idea de cuanto los extraño... ojala me hubieran dado las respuestas sobre estos poderes antes de fallecer.—

La rubia-platinada comenzó a llorar, llenando su habitación de escarcha. No sabia como controlar sus emociónes o sus poderes por completo, mas sabía la razón por la cuál se sentía incomoda y nerviosa. Hans, él era el causante de sentirse tan enfadada.

—Reina Elsa, el prisionero requiere de su asistencia.— Un guardia de Arendelle dijo desde afuera de su habitación.

—Esta bien, ya voy. Gracias por el mensaje.—

Elsa cambío sus prendas, sin cambiar su tipica trenza, antes de encaminar hacia la celda donde se encontraba el pelirrojo prisionero. No lo habia visto hasta ese momento, ya que trataba de evadirlo a toda costa.

Elsa notó que Hans realmente se veía diferente, su cabello estaba definitivamente más largo, la barba y las patillas largas le cubrían casi los labios completos al igual que sus mejillas. Sus manos y muñecas tenian varias cicatrizes, suponía que eran por las esposas que siempre tenia puestas y el duro trabajo en casa.

—¿Me llamaste Hans?— Elsa preguntó acercandose cuidadosamente al hombre.

—Sí, la llamé porque quisiera hablar con ústed. Pero no será posible mientras ese entrometido este aquí.— Hans respondío lo más calmado posible, sin levantar su mirada.

—Yo sigo ordenes de la reina, y ella me pidio que la acompañara hasta su celda. A menos de que su majestad diga lo contrario yo estaré aqui, gustes o no.— contestó aquel guardia.

—Jorgen e-esta bien, puedes retirarte a descansar. Yo me haré cargo del príncipe Hans.— dijo Elsa con su postura recta, mostrando confianza en si misma.

—Pero majestad, las ordenes de la princesa Anna me dijeron que—

—Comprendo que Anna se preocupe por mi, pero no estaré muy cerca del prisionero Westergaard. Puedes ir a desayunar si gustas.—

—De acuerdo alteza, con su permiso.— Jorgen se dío la vuelta y procedio a caminar hasta la cocina.

—Bien, ahora que Jorgen ya no está ¿para que requieres mi asistencia?— Elsa aún con nervios y miedo, mantenía la postura recta y el mentón alzado.

Hans por fín levantó la mirada, sus ojos se veían cansados, sin ningun brillo o encanto. No dejaban de tener ese bello color esmeralda pero su mirada no se sentía igual a la de hace 3 años. Aunque se percató que los ojos verdes de aquel hombre no dejaban de observarla.

—No planéo hacerle ningun daño majestad, solo quiero pedirle disculpas por lo sucedido hace 3 años. No quize lastimarla ni a ústed, a su hermana y a su gente. Escuche que mi padre la obligó a llevarme de regreso a su reino, y creame que yo tampoco estuve muy de acuerdo pero si gusta mandarme a los calabozos o a otro reino esta bien.— dijo Hans silenciosamente.

—¿Como se que esto no es una trampa suya prisionero? ¿Crees que soy tan tonta para creer que llevarte a otro reino es seguro y que no haras tonterías ahí? Estas bajo mi cargo,por lo tanto no saldras de Arendelle.—

—Majestad, con todo respeto, ya no soy un niño. No planeo hacer trampas estupidas que la pongan en peligro a usted, a Arendelle o a otros reinos—

—¿Desde cuando te importo yo y mi reino?—

—Nunca dije que me importe... pero, tampoco quiero manchar mi reputación más de lo que ya está.— Hans rodó sus ojos.

—El unico que tiene la culpa de su reputación es usted, Príncipe Hans. Despues de todo, yo no puse esos pensamientos de robarse mi reino y asesinarme a mi y a mi hermana.— Elsa cruzó los brazos, realmente estaba molesta con él que prefería irse de ahí lo más pronto posible.

—Mire, yo ya me disculpé con ústed. Si no me quiere creer, adelante, no la voy a obligar.— Hans se puso de pié y camino hacia Elsa.—Le juro que no estoy tratando de hacerle mal a ústed, su hermana o su reino. Solo quiero redimirme y que esta pesadilla termine pronto, ni siquiera soy un príncipe...

—¿A qué se refiere?— preguntó Elsa algo confundida.

—Cuando volví a mi reino hace tres años, mis padres me quitaron el titulo de príncipe. Por lo tanto soy un hombre ordinario, no hace falta que me llame príncipe, con Hans basta.—

—Bien, lo tomaré en cuenta...— Elsa confundida, se dio la vuelta para llegar a su habitación. Antes de observar la pintura de sus padres una segunda vez, su mente estaba inundada de preguntas.

¿Será de fiar? ¿Estará planeando algo de nuevo para asesinarme a mi o a... Anna? ¿Porqué me observaba tanto? ¿Debo confíar en él?

Elsa no podía dejar de pensar en el pelirrojo, le tenia muchisimo miedo al hombre pero tal vez podría darle una segunda oportunidad y ver que sucedía. Tal vez solo hace falta conocerlo más a fondo para saber como es realmente.

—Reina Elsa, estamos cerca de Arendelle.—

¡Hola pizzitas! Espero y les haya gustado este primer capitulo. Se que no hace mucho sentido y puede ser hasta relleno en esta historia pero espero que cuando la historia se vaya desarrollando con el tiempo, haya más sentido. ¿Que creen que va a sucedir? Abrazos~-ValentinaCat27❤️

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