Capitulo VII

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Elsa ya se encontraba en su alcoba, seguia destrozada y triste. No comprendía el porque de la actitud de su hermana, había cambiado de pronto y de la nada. Entendía que su amistad con Hans no era de su agrado, pero no tenia porque despreciarlo o tratarlo mal. De hecho, Hans no había hecho nada mal, ni en su trabajo, ni como persona.

Suspiró desganada y se recostó en su cama, su corazón estaba lleno de emociones descontroladas. No entendía absolutamente nada, estaba llena de confusión y de angustia. Todo había sucedido en solo unos días, primero los padres de Hans deciden atormentarla con amenazas, después siente un extraño sentimiento de amor hacia el hombre que perdono después de querer asesinarla a ella y a su hermana. Luego una extraña voz la conduce fuera de su zona de confort, se desata caos en su reino y ahora su hermana la odiaba. Era el colmo.

Las lágrimas caían lentamente por sus pecosas y rosadas mejillas, se sentía increíblemente débil y desconsolada. Necesitaba de sus padres, ellos la guiarían y le harían entender sobre el amor, el cariño y la fuerza. Intento dejar de llorar pero le era imposible, no podía controlar sus emociones y jamás lo podría hacer, tendría que vivir así por el resto de su vida, siendo vista como un monstruo. La habitación comenzaba a bajar de temperatura, la escarcha se estaba formando en las esquinas de aquella habitación y pequeños copos de nieve caían con lentitud sobre sus albinos cabellos.

—No sientas Elsa, no sientas...— musitaba la albina con la voz entrecortada.

Un toque a su puerta la exaltó. No quería recibir a nadie, mucho menos con lo horrible que se sentía y su habitación estaba hecha un desastre.

—¿Elsa? ¿Estas bien? Soy Kristoff.— dijo el rubio desde el otro lado de la puerta. Elsa se sentó sobre su cama y se acercó a su puerta.—Escucha, esta bien si no quieres salir. Solo vine porque lamento mucho la actitud de Anna, hubiera preferido que ella viniera a disculparse pero sigue molesta y ya esta durmiendo. Además, Hans esta muy preocupado por ti.—

Elsa giró la perilla y abrió la puerta lentamente, agradecía mucho que Kristoff le tuviera esa confianza y que pudiera comunicarse con ella fácilmente.—Estoy bien Kristoff, gracias por venir a charlar conmigo.— Le ofreció una sonrisa a su cuñado y este se la devolvió.

—No tienes que agradecerme, estoy preocupado por Anna. Lleva días con esa actitud pero no entiendo porque, trate de preguntarle y hasta charlar con ella, pero solo me ignora.— Kristoff suspiró y paso una mano por su nuca.

—Yo tampoco la entiendo, pero no es la primera vez que me llama monstruo y me culpa por todo.—Elsa se abrazó a si misma y suspiró con tristeza.

—Estoy al tanto de eso, de hecho le pregunté porque te había llamado así y primero me dijo que yo la estaba llamando loca y después dijo que no aceptaba tu amistad con Hans.— explicó Kristoff.

—Sabes, ahora que lo recuerdo, cuando me dijo ese hiriente comentario sobre quererla en su tumba, note algo extraño. Talvez este mal y alucinando pero, sus ojos eran diferentes, llenos de furia y de un color casi violeta. Estoy muy confundida.—

—¿Lo dices enserio? Vaya, nunca había notado lo diferente en sus ojos. Cuando la llame para llevarla a las montañas, sus ojos estaban azules como siempre.— Kristoff se quedó pensativo y miró a Elsa con seriedad.—Quizas debas hablar con el abuelo Pabbie, realmente no quiero que ambas vuelvan a pelear como aquella vez en tu castillo. Tampoco quiero perder a la mujer que amo, ya casi la pierdo una vez no podría soportarlo.—

Elsa sonrío con ternura y poso una mano en el hombro de Kristoff.—Tranquilo, ya tenia planeado hablar con Gran Pabbie y entiendo tu preocupación. Al igual que tú, estoy realmente preocupada por mi hermana y no quisiera volver a perderla, mucho menos ahora que empezabamos a tratarnos como una familia.— El rubio bajo la mirada y cruzó los brazos.

Mucho Más Allá (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora