Capitulo VI

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Los pueblerinos de Arendelle seguían a la reina hacia las montañas, por suerte todos habían llegado con bien y nadie estaba herido. Permanecieron en las montañas por diez minutos esperando que cesara el desastre hasta que por fin se detúvo. La reina suspiró con pesar mientras que todos los pueblerinos susurraban con miedo sobre lo que habia pasado en Arendelle.

—Reina Elsa, ¿que sucedió? ¿Tiene alguna idea?— preguntó un hombre acercandose a la reina.

—No, no lo sé. Estoy igual de confundida y asustada que todos ustedes. Pero, lo que importa es que estamos todos a salvo y bien.— dijo la soberana.

—Pero ¿volverá a ocurrir? ¿realmente estamos a salvo en nuestros hogares?— cuestionó una mujer mientras mantenía a un pequeño niño a su lado.

—No les puedo asegurar de que esto no va a ocurrir de nuevo, pues esta fuera de mi control.— explicó Elsa.—Aún así haré lo posible por que todos sigan a salvo como esta noche. Ya podemos regresar.

Los pueblerinos comenzaron su camino mientras Elsa estaba consumida en sus propios pensamientos. No entendía absolutamente nada de lo ocurrido, ¿que había pasado? Solo canto con aquel sonido que llevaba meses despertándola por las noches. Ese sonido o voz había ocasionado grandes grietas en el pueblo de Arendelle pero ¿cómo? y ¿por qué?

—Reina Elsa ¿se encuentra bien?— preguntó Hans corriendo al lado de la rubia-platinada.

—Sí, muchas gracias por preocuparte Hans. Aunque lo que menos me inquieta es como estoy yo, el reino está lleno de grietas y todos están aterrados, por mi culpa otra vez.— Elsa bajó la mirada y comenzó a sentirse culpable.

—No es su culpa mi lady, pudo haber sido por otra cosa.— Hans dijo tratando de calmar a la soberana.

Anna observaba al pelirrojo y a la rubia-platinada desde algunos metros de lejos al lado de Kristoff. Estaba más que molesta, no podía creer que dejara que estuviera tan cerca de ella, Elsa no hacía absolutamente nada para alejarse de él. En cualquier momento podría pasar su espada por su cabeza y asesinarla, en opinión de Anna, su hermana era mucho más ingenua que lo que ella fue hace tres años. Después de todo lo sucedido confiaba en ese estupido e hipócrita pelirrojo.

—Voy a ponerle fin a esa absurda amistad.— dijo Anna furiosa caminando hacia su hermana y Hans.

Kristoff se percató del acto de su novia y la detuvo.—Cielo, ¿que te ocurre? Llevas días enojada con tu hermana. Por favor, dime que pasa, dejame ayudar.

—Kristoff ¿acaso no lo ves? Elsa está con ese traidor, él la está poniendo en mi contra. ¿Sabes que fue lo que me dijo esta tarde? Que yo estaba "desesperada de amor" ¡Por favor!— exclamó Anna haciendo comillas con sus dedos.—Dijo que era todo mi culpa.

—Anna, linda, no creo que Elsa te lo dijo por que quizo. ¿Tú le dijiste algo para que te contestara de esa manera?— preguntó Kristoff.

—¿Entonces estas diciendo que mi hermana tiene razón y yo estoy loca?— Anna dijo entre dientes.

—No cariño, estoy preguntando para obtener información.— contestó Kristoff nervioso.

—De acuerdo... Le dije que se estaba convirtiendo en un monstruo sin corazón, ¡pero por culpa de ese traidor!— Anna se zafó del agarre de Kristoff decidida a terminar con la amistad de su hermana y Hans.

Hans seguía tratando de calmar a Elsa, pues seguía temblando y culpándose. El joven pelirrojo no sabia que hacer, pues la soberana se culpaba de todo lo malo que pudiera pasarle a Arendelle. Aunque Hans sabía que el pueblo de Arendelle era todo para ella, jamás le haría daño a su gente apropósito, no lo hizo cuando provocó una nevada en pleno Junio hace tres años.

Mucho Más Allá (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora