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Hace miles de años, dioses antiguos antropomórficos protegían su preciado Egipto, todos obviamente importantes y con características y deberes diferentes; Sobek, Ra, Helkmet, Mut, Apis, Bastet, entre otros.

Durante aquellos tiempos preciosos para la gente de Egipto, con batallas ganadas y un orden económico bastante satisfecho para los civiles y los soldados, incluso fachadas que mejoraban su arquitectura siendo mas derechas, todo estaba perfectamente bien Mientras la reina en el trono siguiese estando al mando; y cada Dios servía para la reina de Egipto así como todo mortal les adoraba, algunos de esos dioses visitaban y aconsejaban a cada faraón de diferentes generaciones del país y en estos últimos tiempos, era
reina-faraon quien estaba a cargo.

Pero entre aquellos dioses había uno que tenía una conexión más cercana a ella.

En aquellos tiempos de guerra lo más preocupante eran los amigos y familiares asesinados en guerra, aquellos soldados que temían morir o no, ya podían vivir libre de miedo debido a la protección y cuidado de uno de los dioses más adorados, Anubis, conocido según los jeroglíficos cómo un hombre con cabeza de perro parecido a un Xolo, un chacal o un lobo, es el patrón de los embalsamadores.

Anubis visitaba 3 veces por semana a la reina y ella pensaba que era demasiado ya que el tenía el deber más grande en esos momentos, cosa que usaba como excusa para verla, para hablarle.

Esto era evidente para los demás dioses.

"Ella no es para ti, Anubis, si no aceptas diosas, entonces deja que esos humanos se acepten entre ellos, ella no te incumbe". - las palabras del orgulloso Dios Horus, golpeaban fuerte a Anubis, quien había olvidado a la diosa de la domesticidad, Bastet; pero a pesar de que Horus era un Dios de alta cordura y orgullo, él tenía razón, Anubis debía dejar a la reina tomar decisiones por ella misma así como manejar su vida personal y de gobernante de forma independiente.

Los pocos dioses que sabían lo que Anubis quería era extraño, se preguntaban qué pasaba por su mente pero nuevamente Horus trataba de calmar aquellas dudas ya que tenía una fuerte relación con Anubis a pesar de su orgullo y honestidad se preocupaba por él, lo mismo pasaba con Bastet, a pesar de su lazo delicado y triste con Anubis aún así se preocupaba por él.
"Ha estado muy cerca de los humanos, después de todo es parte de su trabajo guiarlos al descanso o al castigo, solo denle paciencia" ambos usaban aquel pretexto para calmar las ansías de los demás dioses.

Pero...
¿Cómo es que esa humana reina, había conquistado su corazón? Pues ella no era una simple humana reina, no. Ella era una reina-faraón diferente a las anteriores, ella veía por sus habitantes más que por cualquier cosa, ella era decidida y astuta, ella era Cleopatra VII, su preciada Cleopatra, aquellos ideales habían conquistado el corazón justo y noble de Anubis.

Sin embargo, aquellas cualidades seducían a todos los hombres, ella era sin dudas deseada, había hecho tantas cosas que la habían hecho notarse, audaz y bella, pues había pasado parte de su tiempo descubriendo formas de mejorar su belleza y placer, creando maquillaje, vibradores, perfumes.

Una noche, un par de días antes de la boda con quién tendría su primera relación real había tenido la inesperada visita de Anubis en su habitación, los soldados lo habían dejado entrar arrodillándose ante él.

Y ahora estaba en la gran habitación de Cleopatra frente a ella.

- Mi señor, qué sucede? A que se debe esta sagrada visita?

Anubis no contestó, no tenía palabras que decir, realmente no quería que ocurriese lo que Cleopatra tenía en mente, pero era inevitable.

La poderosa presencia de aquel hombre jackal, de piel oscura, músculoso con un bastón en su mano, vistiendo sólo un taparrabos, anillos y pulseras de oro, no podía dejar de ver semi desnuda a la mujer que deseaba despierta.

- Solo... Estoy tan orgulloso de ti Cleopatra. - Alzó su mano acariciando el cuello de la mujer y luego su mejilla; también amaba su piel, su cabello negro simétricamente corto con tubos de oro y delineador azul en sus ojos.

-se lo agradezco, Mi señor. Hay algo que pueda hacer por usted?, necesita beber algo? Comer al..

Se interrumpió cuando sintió los grandes dedos del dios entrar a la sábana que ocultaba su ombligo hasta sus pies, y acariciar su entrepierna, ella noto que su miembro comenzaba a crecer en su taparrabos.

-Mi señor Anubis? ¿Lo que desea es placer?

Anubis subió sus rodillas a la cama y luego se posiciono sobre Cleopatra.

La miró fijamente.

"Lo que un Dios quiere lo obtiene" pensó para Sí mismo, pero no podía decirlo, sabía que no era correcto, iba a romper los estándares de relaciones más allá no sólo de sexo entre lo que eran; Él sentía Amor por ella, por una humana, luchó con su deseo de lujuria y se concentró en ver a los ojos de su amada.

-Deseo que me respondas algo importante para mí.

-Sí?

-No juzgaré tus razones ni métodos sobre lo que decidas, sólo quiero saber, fuera de todo el asunto entre alianzas, Ese soldado romano es realmente importante para ti?

-Él... Sí, es importante...

-Lo amas?

-No, no lo sé...

Pero quizá sí... Nadie lo sabía hasta el momento, pero aquel romano sí estaba totalmente enamorado de Cleopatra y ella también estaba enamorándose de él, Anubis lo presentía.

Anubis, con su mirada cabizbajo, realmente sentía dolor, salió de la cama y tomó su bastón que estaba en un rincón, estaba a punto de irse, pero antes de eso Cleopatra se levantó y abrazó su cintura.

-Le ruego que me disculpe mi Señor, yo... Jamás pude haber imaginado que usted, Anubis, por favor.. Yo..

Fue interrumpida una vez más, esta vez sintió los labios grandes y mojados del dios en su boca, además de sus grandes manos en su cintura y mejilla, y su miembro apretando el ombligo de la reina.

-César será un buen gobernante y amante, algo que está fuera de mi deber. Te amo Cleopatra. - dijo besando su frente con cariño

-Anubis, espere.

Pero de repente, sin más, una luz azul había iluminado la habitación. Anubis se había marchado y Cleopatra sólo pudo contemplarlo sin saber que esa sería su última visita.

Anubis regresó a una escondida necrópolis en Luxor, uno de los lugares dónde era venerado, pero al llegar se encontró con una sorpresa.

Se encontraban Horus, Bastet y Seth, señor del caos, uno de los dioses más temidos pero no tan importantes.

- ¿Qué has hecho Anubis?, Te lo advertí y no escuchaste. - Habló Horus más que enfadado, decepcionado.

- EN ORDEN DE AMON ("el oculto" rey de dioses, el más importante) , Lo que has hecho tendrá consecuencias, si tanto te atraen las humanas, vivirás en su mundo, pero siendo momificado, no saldrás de este lugar, te quedarás aquí el resto de tus días, atrévete a salir y sentiras toda nuestra furia, ya no eres bienvenido a NUN (el hogar de los dioses). - Seth Alzó la voz.

Anubis no dijo nada, no le temia a nadie, pero sabía que lo hacian para evitar otra imprudencia como la que acababa de causar. solo se sentó en su trono.

Por último antes de que ellos se fuesen, Bastet volteó a ver a quien fue su enamorado.
- Ahora vivirás con ese dolor.

Ese dolor mutuo del rechazo.

Anubis Y Su Humana (Lectora X Anubis) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora