16. Un fragmento corto de las historias perdidas; parte 1

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Un fragmento corto de las historias perdidas; parte 1: Annie, la tramposa

Erdia era el lugar en donde había nacido hace casi dos siglos.

Los prados allí eran verdes y tan vastos hasta donde la vista ya no podía alcanzar, la villa era tan colorida como un brillante arcoiris, siete colores distintos para cada tribu que en ella habitaba. El rojo pertenecía a los médiums, tribu de Bihter, naranja para la tribu de Aysun, los guardianes; el amarillo de la tribu de los adivinos, la tribu de Ihan. El verde estaba reservado para Reyhan y su tribu de magos, por otro lado, el azul era el color en la tribu de los viajeros, tribu de Izmir. Índigo para los ancestrales, la famosa tribu de Ruslan, y por último quedaba el violeta para la tribu de Nehir. Su tribu, la tribu de los videntes.

Así que cada casa en la villa estaba pintada de acuerdo a la tribu que en ella habitara, eso hacía que Erdia luciera lo contrario a tétrica y sombría como muchos creían. Había coloridas flores por todas partes y una asombrosa vista al mar que cautivaría a cualquiera que lo viera. Lo que más destacaba de Erdia, no obstante, era el alto y orgulloso fresno que se imponía con opulencia en el centro de la villa, había sido un obsequio de Persia, una reina de un lugar al otro lado del mar llamado Nórdian. Aunque claro, La Orden había prohibido que cualquier habitante comiera del fruto dorado del fresno, ese tipo de manjares estaban destinados únicamente a las criaturas mágicas.

Si se lo preguntabas a Annie, Erdia no tenía nada que envidiarle a Ninfairheim o a Valbour, ni a ninguno de esos reinos lejanos. Y por mucho tiempo, habían vivido en relativa paz, La Orden no había sido tan rigurosa en sus reglas y procedimientos, y ninguna tribu había sido tratada con recelo; fueron tiempos buenos en donde incluso Nórdian los reconoció como reino aliado. Comenzaban a dignificarse de nuevo como tribus unidas, que tenían un origen mestizo entre las medusas y los humanos de Habusimbel.

Erdia había sido una vez, el hogar de Annie.

*

—¡Annie, tramposa!

Había exclamado entonces Modesty con el ceño fruncido y las mejillas rojas de vergüenza al haber sido descubierta tan rápido. Annie simplemente encogió los hombros sin aparente interés en la rabieta que hacía la rubia de ojos castaños. Modesty salió de su escondite y cruzó los pequeños brazos sobre su pecho, su cara se arrugó en un puchero totalmente infantil y casi grosero, los otros niños ya habían salido también de sus demás escondites. Una vez que todos se habían reunido, ella dijo con su boca puchera y demasiado altanera:

—Annie hizo trampa, vio el futuro— Acusó con voz chillona, la punta de su dedo indice señalando a Annie.— ¡No está permitido usar los dones mientras jugamos!

—Utilizaste un hechizo de ocultamiento— Replicó Annie, haciendo que Modesty se pusiera aún más roja de vergüenza y enojo contenido.— ¿Por qué las reglas sólo se aplican en mí?

Todos los pares de ojos se enfocaron en Modesty, quien por un momento no supo qué decir. No obstante, pronto miró a Annie por debajo de su nariz y se encogió de hombros, pareciendo demasiado altanera y soberbia para una niña de siete años.

—Soy hija de la tribu de Reyhan. Soy una hechicera— Como para hacer su punto, sus pequeños dedos se iluminaron con seidr azul y agregó:— Mi tribu sale de Erdia a luchar junto con médiums y guardianes, y tienen el favor de La Orden. Mientras que a la tuya nadie la toma en serio por débiles. Eso me hace superior a ti.

Las amigas de Modesty comenzaron a reír y señalar con sus dedos a Annie, mientras cantaban una y otra vez: "Annie, la tramposa. Annie, la débil", como si fuera la cosa más inteligente o divertida que alguien podía decir. Ni siquiera parecía ser un insulto apropiado en comparación con los que Annie podía decirles. Pero todavía... ella no podía decir nada porque era verdad, su tribu era una de las más débiles y La Orden jamás los tomaban en cuenta para las misiones importantes.

After lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora