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Mientras cruzo la calle puedo sentir el sonar de mi celular en el bolsillo de mi pantalón, pretendo ignorarlo hasta que este pare pero las vibraciones que da y el sonido que emite no logran más que atraer miradas curiosas hacia mi persona.
Muy a mi pesar tomo el dispositivo entre mis manos. Me sorprendo cuando el nombre de contacto de JungKook aparece en mi pantalla.

—¿Si? —pregunto inseguro, como quien no quiere la cosa.

—¡Jin! Gracias por contestar, necesito pedirte algo. ¡Por favor! —me suplica y ataca con sus palabras apenas contesto su llamada; suspiro al escuchar la energética voz de mi amigo del otro lado de la línea. Ya se me hacía raro que él me llamara sin motivos aparentes.

Sin darme cuenta ya me encuentro caminando a la escuela de artes de JungKook. Había olvidado uno de sus portafolios en su escuela, y mi amigo no lo recordó hasta apenas llegando a casa de sus padres, no parecía que volvería a la ciudad sino hasta pasado este fin de semana, y él, pensando en mi como su único salvador, me encargó pasar a recogerlo en su lugar.

Doy un último chequeo al número y  nombre que tengo escritos en las notas de mi celular antes de entrar a aquel imponente edificio. Las paredes parecen querer imitar la calidez de un día de verano, y por las ventanas puede entrar esa ligera brisa que estremece todo mi cuerpo.

Grandes pasillos se extienden frente a mi y no puedo evitar sentirme intimidado por algunos segundos, mientras me recuerdo a mi mismo luchando por no llegar tarde a alguna de mis clases en este mismo edificio hace apenas un año.

Sonrió inconscientemente cuando paso frente al auditorio, extrañando un poco aquel sentimiento antes de salir en una de las obras escolares que eran tan aclamadas.
Dos pisos más arriba encuentro el salón que apunté en mis notas. Dudo si debería o no abrir la puerta. JungKook me advirtió que a estas horas su amigo se encuentra ensayando siempre -amigo el cuál le advirtió sobre su portafolio-, y no quisiera ser inoportuno.

Entonces lo escucho desde el otro lado de la puerta. Una suave pero a la vez potente voz; hace que un escalofrío recorra toda mi columna vertebral.

Llenándome del valor que hace cinco segundos me faltaba, abro la puerta de madera para encontrarme frente a mi una espalda poco robusta y una cabellera castaña. La voz del chico cesa.

—¡Jeongguk! Creí que no llegarías sino hasta... —cuando aquel chico termina de dar la vuelta para encararme puedo ver la profundidad qué hay en sus ojos. Se sorprende debatiendo entre continuar hablando o esperar a saber quien soy yo. Siento que sonrío involuntariamente cuando veo su cara confundida.

—Lo siento —me apresuro a hablar dando un paso hacia delante, entrando por completo al salón de ensayos, —JungKook me pidió pasar por su portafolio —le aclaro.

El chico forma una mueca sin poder evitarlo y seguidamente hace un pequeño pero adorable puchero.

—Ya veo. Creí que JungKook vendría, ¡no quería que se fuera todo el fin de semana! Incluso tomé su portafolio y luego le hice creer que lo había olvidado con el objetivo de que no se fuera tanto tiempo —declara, y yo me quedo atónito ante la confianza del chico al decirme todo esto. —Quizá no debí decirte eso, ¿verdad? —después rompe en una risilla y su boca se transforma en un rectángulo muy lindo.

—Está bien, es muy gracioso —le digo y yo también me rio. —Parecen ser buenos amigos —expreso yo, y la reacción del chico frente a mi se limita a un leve sonrojo acunándose en sus mejillas.

El castaño se aleja unos pasos y toma de una esquina el portafolio color rojo de Jeon. Después se acerca hasta quedar a cuatro pasos de mi y me ofrece el objeto aún con su peculiar sonrisa.

—Lamento que hayas tenido que venir hasta aquí —dice quedito y apenado.

—Está bien. Voy de pasada —suelto.

El chico asiente con la cabeza y sus labios forman una perfecta "o" antes de que se despida de mi. Yo le devuelvo el gesto con la cabeza y me dispongo a salir de ahí.
Apenas mi mano se posa sobre la perilla de la puerta vuelvo a escuchar su grave voz.

—¡Espera! —me exige, y yo no le reprocho, dándole toda mi atención de nuevo. —¿Cómo te llamas?

—SeokJin —le contesto, y se ve bastante satisfecho.

—Yo me llamo —"TaeHyung" pienso. Porque es exactamente el mismo nombre anotado aún en mis notas —TaeHyung. Un gusto, SeokJin —dice con lo que parecer ser sinceridad.

—Lo mismo digo. Nos vemos luego —es lo último que atino a decir antes de salir de ahí.

Broken Heart / jintae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora