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—Salgamos de aquí —le propongo a TaeHyung.

El auditorio no está a su capacidad máxima aún, y quedan cinco actos más antes de que JungKook, JiMin y HoSeok presenten su composición de danza frente a todos los presentes.

—Pero los chicos... —comienza a hablar, pero lo interrumpo con mi índice sobre sus labios antes de que continúe.

—Volveremos —le aseguró. Aunque dentro de mi desearía no volver, solo irme con él a pasar todo el rato. Solamente él, yo, y lo que queda del verano.

Cuando lo logró convencer, ambos nos dirigimos a esa pequeña y desastrosa, pero a la vez hogareña y cálida cafetería que está a un lado del edificio de artes.
El fuerte sol golpea sin piedad sobre mi rostro cuando pongo un pie sobre la acera caliente.

Entramos y no tardamos en encontrar una mesita vacía junto al ventanal del local. Yo ordeno un café con leche, contrario a mi, el menor se limita a una malteada y un par de galletas con chispas de chocolate.

—No me gusta el café —me explica que es muy amargo, y que no entiende porqué todos los adultos lo beben como si fuera su pan de cada día.

Aún no da la tarde cuando acabamos nuestras bebidas. Sé que le aseguré que regresaríamos al auditorio, pero TaeHyung no lo recuerda, y yo no quiero desaprovechar ni un solo momento a solas con él.
Justo cuando sigo pensando que se ha olvidado de volver, TaeHyung me guía de nuevo hasta los adentros del edificios.
Doy un suspiro de derrota cuando me doy cuenta de que estamos caminando directo a las puertas del auditorio.

Antes de que yo las pueda abrir me jalonea del brazo.

—No, ven.

Yo no me resisto, porque estoy feliz con él y aún no quiero regresar.

Llegamos hasta aquel salón en el que lo vi por primera vez. El vago recuerdo de su perfecta voz en aquel día de otoño cuando lo conocí me da una suave caricia, y yo cierro los ojos.

—He estado trabajando en algo para ti, Jinnie —no puedo evitar el sonrojo. Aún así finjo que nada sucedió y me acerca hasta quedar a dos pasos de él.

Lleva entre sus manos una libreta verde, un verde que repentinamente me parece el color más precioso que he visto. Lo miro con intriga y él procede a abrir la libreta para dármela poco después.

Es un dibujo mío. Y es hermoso. Entonces no puedo evitar contener pequeñas lágrimas, porque creo que realmente lo comienzo a querer. Y eso me hace sentir aterrado de muchas maneras. Porque quererlo era un lujo que yo no me podía permitir.

—¿Te gusta? —cuestiona.

—Me encanta —es lo que yo le contesto.

TaeHyung se ríe con sinceridad, y puedo saber que está apenado. Siento el dorso de su mano recorrer lentamente el camino de agua que se formó en mis mejillas y yo no puedo evitar sonreír ante su tacto.

Mientras él continúa acunando mi rostro en sus manos siento de nuevo esa fuerte necesidad de besarlo.
No dudo mucho. Y entonces lo hago. La última vez que sentí sus labios, estos sabían a caramelo; esta vez saben a malteada y galletas.

Nunca se ha negado a ninguno de mis besos. Y no me estoy quejando por aquello, pero mi cabeza si lo hace, siempre. No es que TaeHyung sea una mala persona, yo sé que él nunca lo podría ser. Pero cuando ya has subido tan alto como yo, sabes que la caída te va a destrozar. Y yo lo tengo muy claro.

Como si de repente mi cerebro hubiera dejado de funcionar suelto lo que será pronto el ojo del huracán.

—Te amo —es aquello lo que le dejo caer bruscamente. Me arrepiento al segundo, cuando él no hace más que desviar la mirada y sonreír nerviosamente. Porque es claro que él no siente lo mismo.

Broken Heart / jintae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora