4. acelera

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Cerré los ojos con fuerza al escuchar de nuevo el timbre del teléfono y me llevé una mano a la frente, como si de esa manera fuera a disminuir mi dolor de cabeza. Cogí el aparato y colgué con fuerza, sintiendo que se terminaba mi paciencia. Observé con la mirada fija la pared y solo abrí los ojos cuando volvió a sonar el taladrante sonido. Apreté las manos con fuerza, intentando controlar mi ira, no queriendo hacer volar por los aires el antiguo teléfono de los Swan.

Silentia —mascullé, apretando los dientes para no pronunciar un hechizo más ofensivo.

El aparato dejó de sonar inmediatamente y suspiré aliviada, relajándome mientras apoyaba suavemente la espalda en la pared. Observé un punto fijo en la mesa de la cocina y negué al recordar mi conversación con Carlisle de hace dos días. Con una mano en el tabique de mi nariz, hice fuerza en un intento por mantener la compostura. Tampoco era un mal momento para venirme abajo, estaba completamente sola, pero era demasiado orgullosa como para hacerlo. El tiempo de llorar la pérdida ya había pasado, ahora no lo merecían, no después de descubrir su engaño.

—"Es por tu bien..."

El suave susurro de la delicada voz de Esme resonó en mi cabeza y, de nuevo, negué como si estuviera hablando frente a ellos en aquel instante. Engañar a una persona no hacía bien a nadie, ocultarle información tampoco. Eso era exactamente lo que habían hecho los Cullen. Desde el primer momento en el que me vio, Carlisle supo el tipo de bruja que sería por mi linaje, y estaba convencido de que mis poderes se desarrollarían de esta forma. Alice también estaba involucrada —no me sorprendía—, seguramente lo habría visto en una de sus visiones.

Poco después de la llamada, me aventuré a adentrarme de nuevo en la antigua casa de los Cullen en busca del objeto que había desatado mi ira y desconfianza. Nada más entrar los recuerdos me golpearon como una jarra de agua fría a primera hora de la mañana, y tuve que contenerme para no abrazarme a la foto familiar que adornaba el salón. Fue gracias a la razón por la que me encontraba allí que conseguí reunir la fuerza de voluntad suficiente para ser coherente y eficaz en mi búsqueda.

Desde el accidente en el taller de Jacob había sido rigurosamente cuidadosa con mis emociones y las controlaba lo máximo posible,  teniendo en cuenta el nivel de caos que podían desatar. Por ello, ni si quiera en momentos de desesperación como esos me permitía flaquear; confiaba en mí misma y en mi propio poder de autocontrol.

El objeto que tanto misterio había provocado en el aquelarre era un simple grimorio. Al principio no había entendido el nerviosismo y la incomodidad en la voz de Carlisle, solo cuando especificó de qué trataba lo pude comprender. El pequeño libro de hechizos pertenecía a la más antigua de las brujas del aquelarre Cromwell. Esta, que trabajaba con una magia mucho más poderosa, pues era muy común utilizar los elementos naturales como medios de expresión de la magia, poseía objetos que probablemente a día de hoy estuvieran obsoletos. Ese tipo de magia era algo más delicada que la común, también peligrosa, y no estaba al alcance de muchos; es por ello que era tan envidiada y deseada, cosa que la hacía más nociva.

De acuerdo con la teoría de Carlisle y las historiografías del grimorio, yo estaba destinada a recoger esa magia, al igual que la del resto de mis antepasadas. Cuando tuve el objeto entre mis manos pude comprender la incertidumbre del vampiro mayor del aquelarre; la magia negra nunca significaba nada bueno. No obstante, habría sido más fácil de bloquear si lo hubiera sabido antes. Hasta el momento no había mostrado ningún "síntoma", aunque solo era cuestión de tiempo. Eso, en parte, me hizo sentir aliviada porque sabía que mi nuevo poder, aunque fuera ofensivo, estaba destinado a serme útil para ayudar a los demás.

Pero la desconfianza seguía ahí, golpeando la diminuta cajita en la que lo había escondido en mi cerebro. Después de tanto tiempo me había acostumbrado a estar sola, a ser más independiente, pero en este caso me daba miedo, miedo a perderme a mí misma. Solo en ese momento comprendí las palabras de Alice, y es que ella conocía el momento el cual sería mi perdición y en el que la magia negra me consumiría. ¿Estaría empezando ya? ¿Tendría aun tiempo para prepararme? Apreté los ojos con fuerza y me llevé las manos al pelo, tirando de él con tanta fuerza que dolía.

luna nueva || jacob blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora