El sol se esconderá en unos minutos y yo me encuentro aquí, sentada en la arena tibia que se cuela entre mis piernas y dejando que el olor del mar se pegue a mi cuerpo. El cansancio reposa en mis hombros y la esperanza apenas me roza los dedos. Estoy jodida, pienso, aunque no sepa la razón, pero decirlo en voz alta es un reto; a cada intento las palabras son reemplazadas por un suspiro al que en realidad le falta el aire. Un suspiro que solo imita la vida y no lo entiendo, mas lo siento y por eso duele.
Estando a finales de mayo el clima en Máncora ha dejado de ser caluroso y, por el contrario, un aire frío me abraza a las seis de la tarde. Me pregunto si acaso el agua frente a mí también ha pasado a ser helada, pero sin intenciones de comprobarlo siendo que la pereza no me deja ponerme de pie. En cambio, me recuesto en la arena porque el cansancio ya ha empezado a lastimarme la vida y entierro las manos entre los granos grises. Cerrar los ojos aterra, así que me encuentro con ganas de llorar y el cielo libre de nubes.
Entonces parpadeo. Y el cielo deja de ser anaranjado para convertirse en una mezcla de azules y astros brillantes en constante movimiento. Parpadeo tres veces más y las estrellas con espirales no se van. El cielo goza de existencia y presenciarla no deja de parecerme el suceso más importante de la mía y, al mismo tiempo, el más triste. Quiero correr, volar y dormir, todo al mismo tiempo porque no dejo de ser contradicciones. El viento se materializa frente a mí en líneas celestes y púrpuras y, a ratos, puedo sentirlo rasgándome la piel. Pero no sangro. De mi cuerpo no mana sangre, mas soy capaz de observar los rasguños entre mis dedos y cómo la arena traza un camino a través de ellos para invadirme y me llena y me vacía y me muerde y arde y estoy viva y no sé si quiero estarlo y estoy muerta y no sé si quiero estarlo y
en qué mundo seré capaz de poner un punto final cuando mi existencia se basa en continuaciones. En puntos seguidos y comas y puntos y comas y conjunciones. En siempre escribir la mayúscula donde corresponde porque será un inicio a medias pero, por favor, que al menos se vea correcto. Y es que la revolución solo está en mi cabeza, mientras que en el mundo tangible cortarme el cabello y besar mujeres es mi acto más puro y pobre de rebelión.
Porque yo también tengo miedo. De ser tragada por la arena y asfixiada por las nubes. De estrellarme contra una estrella (o tal vez contra la luna) y de quemarme con el sol. Tengo miedo de avanzar demasiado pero también de quedarme atrás. Entonces solo me detengo. Y observo el cielo lleno de vida con la mezcla de azules y astros amarillos que no dejan de bailar y pienso y existo y soy y
estoy jodida
punto final
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Piura de melancolía
General FictionA veces la ciudad habla. El problema es que no la escuchan.