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Jeon JungKook.

Entrando a la gran compañía las miradas curiosas se posan sobre mí, los empleados, intentando ocultar su curiosidad se inclinan ante mí saludando a medida que avanzo.

Grandes chismosos, hipócritas.

Creo que mi mirada y el aire que llevo encima no puede ser más oscuro. Mi secretaria, Min Ji, incluso tartamudea al darme los buenos días.

¿De buenos que tienen?

Después de más de tres semanas sin aparecerme por aquí, apuesto que un montón de mierda debe estar viniendo hacia mí. Empezando por mi padre y terminando con el montón de trabajo acumulado. Abro la puerta de cristal, entro a mi oficina, que no podría estar igual que siempre. Aburrida y llena de trabajo.

Sentado en mi silla de color negro con mis codos apoyados en la mesa, mis manos cruzadas y mi posición recta espero ansioso contando hasta diez para que mi padre aparezca por esa puerta.

Que comience el juego.

10,9,8,7 debe estar caminando como un toro apunto de atacar. 6,5,4 ¿Del 1 al 100 cuan enojado estarás, padre? 3,2 y... La puerta se abre y choca contra la pared, produciendo que los cristales que constituyen la puerta vibren. Puedo asegurar que todos los que están afuera han de pensar que la puerta se rompería.

— ¡Jeon JungKook!  — Y 1. Ya estás aquí. Grita tan fuerte logrando que su cuello y rostro se tornen rojos. Su enojo se ve tan latente que la vena en su cuello se marca en, ahora, esa blanquecina piel.

Me levanto de mi silla con tanta calma que solo logra cabrearlo más. Agachó mi cabeza un poco y me inclino ante él.

— Buenos días, padre. — Saludo con la hipocresía ya conocida entre nosotros.

Sus pasos son pesados y acelerados. Se acerca a mi, la distancia entre nosotros es definida por mi escritorio.

—¿Dónde carajos te has metido, pequeño bastardo?  — Pregunta, aún gritando. Esta tan molesto que me hace recordar aquellos momentos de infancia, marcados por constantes gritos e insultos de su parte para mi madre y para mi. Creo que esa vena va a explotar a este paso.  — Tres semanas sin venir al trabajo, no contestas esa mierda que tienes por teléfono, y ni siquiera eres capaz de reportarte, maldito mal agradecido. — Dice entre dientes, la saliva comienza a situarse a los lados de su boca, como un perro rabioso. 

¿No es muy temprano para ir vociferando tantas malas palabras, padre?

Aclaro mi garganta, listo para hablar. — Lamento mucho esto, padre. —Me disculpo en un tono monótono, casi como un robot diseñado para decirlo. —  Por favor, acepta mis disculpas. —  Me inclino, hago un reverencia dejando mi cabeza agachada por unos cinco segundos.

Al subir mi rostro para observarlo, una cachetada de su parte me recibe al conectar mi mirada con la de él. Mi rostro se vuelve como el de una piedra, aprieto mis dientes, regulando mi respiración aprieto mis manos en forma de puño.

— ¿Dónde está Lisa? — Cuestiona con desagrado. — ¿Qué has hecho con ella, bastardo?  — Así que eso era, eh.  A veces considero que él la ama más a ella que a mamá.— ¿Por qué carajos viene un abogado buscándote en nombre de ella, imbécil? ¿Qué has hecho? — Continua gritando y solo me provoca lanzarle un puñetazo en la boca para que por fin la cierre.

— Lisa y yo nos separamos, padre.  — Comunico impasible. Su rostro no expresa sorpresa alguna, solo está un poco pálido. El color rojo que antes lo acompañaba se ha ido.

Kick it » taeliskookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora