XVII.

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Apenas llegamos a mi casa corro hasta la biblioteca.

En uno de los estantes están muchos frascos con toda clase de ingredientes raros.

—Esto es fácil —le digo para tranquilizarlo cuando lo veo tiritar —Solo azufre, tierra de cementerio y... —alargo la última letra acercándome a él —Tienes que hacerlo tú.

—¿Por qué? —cuestiona desconcertado.

—Necesito tu sangre.

Lo miro fijamente y asiente algo asustado.

Sé que confía en mí y no debo decepcionarlo, después de todo yo provoqué todo este desastre.

Preparo todo lo necesario para invocar al espíritu de Erickson y me alejo un poco de Joel, no sin antes dejar en sus manos el papel donde está escrito el conjuro.

—Piensa en él mientras repites el conjuro y desea fuertemente verlo. Solo así vendrá.

Él sostiene el cuchillo fuertemente y me mira. Quiero decir algo pero no sé cómo expresar esto que estoy sintiendo.

Erickson estará aquí dentro de poco, el mismo espíritu que mató a dos personas.

¿Y si es la última vez que nos veremos?

Joel corta la palma de su mano ligeramente y apreta un poco formando un puño.

La sangre chorrea en el recipiente donde están los demás ingredientes.

—In mundo in quo possumus habitant in quo non es? Tuum anima mea, et connexionem habent, et invenietis filum sequere me. Volo videre te —pronuncia suave.

Siento como si mi corazón se detuviera cuando la luz parpadea y el ambiente se torna frío.

Ahí está él en un abrir y cerrar de ojos.

Erickson.

Sonríe con malicia mirándonos.

Desaparece y vuelve a aparecer pero esta vez frente a mí.

Me empuja fuertemente haciéndome caer de espaldas al suelo.

Se acerca rápido y me sujeta del cuello.

Apreta su agarre tratando de asfixiarme.

—Erickin —se escucha la voz de Joel —mi amor.

Erickson deja de apretar mi garganta y se queda paralizado.

—No hagas esto pequeño. Yo estoy aquí, ya me encontraste —continua hablando Joel.

Aclaro mi vista para verlo mejor, él está llorando y ya no luce como antes, no da miedo esta vez. Simplemente parece un chico.

Es igual a mí, con heridas, un poco sucio y con la ropa rota, pero idéntico.

—¿Quién eres tú? —pregunta al mirarme y retrocede.

Joel está detrás así que a Erickson le basta con voltear para tenerlo de frente.

Me levanto también y me quedo detrás de ellos.

—¿Por qué? —es lo primero que pregunta Joel.

—¿Acaso te importa?

—¡Estamos hablando de vidas, Erickson!

—Es lo único que te importa ¿verdad? Tus nuevas conquistas —suelta molesto —¿Por eso me dejaste sin si quiera despedirte?

—No es así. Tú eres mi único amor y eres la razón de mi inquietud. Solo tú mi vida.

—Te ví...

—¿Y viste amor en mis ojos?

—No —responde bajando la mirada.

—Porque solo te miro de esa manera a ti —aclara y él no responde —¿Aún estás molesto?

—Molesto —rie amargamente subiendo la mirada —Tú me mataste, Joel.

—¿Qué es lo que dices?

—En 1922 —murmura —No subiste al barco.

—¿Subiste tú?

—Me oculte entre la mercancía que llevaban al nuevo mundo, quería ir contigo.

—¿Por qué lo hiciste? ¡Te dije que era peligroso!

—¡No iba a poder vivir sin mi Joey!

—Te dije que regresaría.

—¿Aún lo crees?

Los ojos de Joel se cristalizan —Lo siento tanto —se disculpa con la voz entrecortada.

—Ya no importa, lo hice y pasó lo que pasó.

—Erickin, dime la verdad. Conozco esa mirada, ocultas demasiado dolor.

—Sabes que era pobre, Joel. Ellos me humillaron por esa razón —suelta en un lamento comenzando a romperse.

—¿Quienes son "ellos"? —pregunta Joel respirando rápidamente.

—Los pasajeros del barco —sonrie falsamente y limpia las lágrimas que resbalan por sus mejillas —¿Ves esta cicatriz en mi mejilla? —le señala —me la hizo el señor Bramson porque me resistí. Esta —le señala su abdomen —me la hizo un hombre desconocido porque no deje de llamarte incluso cuando sabía que no vendrías. Nos golpearon y violaron solo por ser pobres. Creo que por eso Dios los castigó y hundió el barco.

—No, no, no —repite con rabia golpeando la pared —No a ti bebé.

—¡Es tu culpa por tratar de dejarme y no estar ahí para protegerme como siempre lo hacías! Es tu maldita culpa así que no tienes el derecho de sentir asco de mí...

Joel corre hacia él y lo abraza fuertemente —Jamás tendría un sentimiento negativo hacia el amor de mi vida, ¿como puedes pensarlo tan siquiera? Te amo...

—Tengo varias cicatrices más pero la más grande la tengo en mi interior. No puedo perdonarte por abandonarme y desaparecer como si yo no existiera. —responde con tristeza —Te odio...

—Te amo —vuelve a repetir Joel y lo apreta más hacia su cuerpo.

Ambos lloran en el hombro del otro reconfortandose.

Siento mí rostro húmedo, acaricio mis mejillas con las yemas de mis dedos y lo compruebo. Estoy llorando también.

Joel no mató al amor de su vida en 1922, yo lo maté.






Perdón por tardar en actualizar y gracias por esperar. ♡ Si quieren un nuevo capítulo, voten y comenten mucho para que yo note su interés. Y también comenten que otra de mis historias quieren que actualice mañana.

1922 ×Joerick×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora