II.

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Él definitivamente me sirve.

—¿Qué sentiste? —le pregunto calmando mi emoción —me refiero al morir.

"Tristeza".

—Supongo que no querías morir. ¿Tenias familia?

"Novio".

—¡Pero eres un chico! —casi grito alarmado —No es que me parezca raro, claro que no. Es decir, yo también soy gay pero... ¿eso no estaba prohibido en 1922?

"No me importaba".

Rio inevitablemente. Joel me agrada mucho.

—¿Como se llamaba él?

"Erick".

Es probable que escupiera lo que había en mi boca si hubiera estado bebiendo algo —¿No estas bromeando?

"No. Tú me lo recuerdas".

—¿No están juntos? En donde sea que estés, supongo que él también murió al pasar de los años.

"Ya no me ama".

Siento mucha tristeza por Joel y quiero decirle algo más pero las velas se apagan de inmediato y todo queda oscuro. No logro ver el tablero.

—Adiós, vuelve al infierno, al cielo o a la nada —murmuro contra mi voluntad —voy a volver a contactarte, te lo prometo.

Y rompo la conexión.

Siento una opresión fuerte en mi pecho y no me explico el porqué.

—¡Por favor, Erick! Hablaste con él... ¿10 minutos? —me reclamo a mi mismo lanzándome a mi cama —es un espíritu —susurro lo último con un dejo de tristeza mientras hundo mi cabeza en mi almohada hasta quedarme dormido.

La noche siguiente es básicamente similar a la anterior. La ouija puesta sobre el pentagrama invertido con sal y velas alrededor y yo al medio con las manos posadas sobre el mando.

—¿Hola? —pregunto y esta vez la contacto es rápido.

"Hola" —responde.

—Joel... —digo un poco, mucho tal vez, emocionado.

"Lucia" —forma el nombre.

No es mi chico. Maldita sea.

—Adiós, vuelve al infierno, al cielo o a la nada. No tienes nada que hacer aquí —rompo la conexión.

Siempre debo terminar con esa frase para que ningún espíritu se quede en el limbo de este mundo con el suyo.

Eso seria triste y cruel, los enloquecería y obviamente matarían a personas.

Vuelvo a colocar mis manos sobre el puntero y pregunto una vez más —¿Hay alguien del otro lado?

"Aquí estoy".

—¿Joel? —pregunto esperanzado.

"No" —responde después de varios segundos.

Maldita sea. No sé como voy a poder encontrarlo.

Rompo el contacto frustrado y camino hacia mi escritorio sujetando uno de los tantos libros que hay ahí.

Va a ser inútil que siga intentando, necesito más información si quiero hablar específicamente con él.

Al principio había pensado en comunicarme con varios espíritus diferentes, sin embargo ahora no me entiendo, ¿porque solo quiero hablar con Joel?

—¡Demonios! —suspiro, no puede ser —Siempre supe que eras raro, Erick, pero jamás creí que tanto —me digo casi en un regaño —te enamoraste de un espíritu...

¡Maldita sea!

1922 ×Joerick×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora