T h i r t e e n

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Se aproximaba un suceso verdaderamente agotador. Lo presentía; el clima estaba todo nublado. Parecía que iba a llover.

Tuve varias oportunidades para conversar tanto con Mike y Sparta, pero no encontraba un momento adecuado. O tal vez simplemente soy un cobarde y necesito un empujón para acabar con todo. Quiero un final feliz sin un rechazo por parte de Sparta, ni el odio de Mike.

Por esa razón, tuve que planear todo lo que diría en la cara de cada uno. Temía que en el momento que me enfrentara a cualquiera de los dos, se me escapara alguna estupidez y empeorar más la situación en la que estoy.

No por algo todos me dicen inútil y tonto, ¿no?

Me he ganado el título y no sé si sentirme orgulloso.

Decidí sentarme nuevamente en mi cama, imaginando las posibilidades en las que saliera victorioso. Mike sonreía tranquilo, sin una pizca de odio brillando en sus orbes grises, tratando de no reír por algún chiste estúpido que cuente para aligerar el ambiente. Entonces, nosotros haríamos una promesa; jamás volver a escondernos secretos y siempre estar hablando en videollamadas. Contando las anécdotas del otro.

Y con mi lindo niño, por fin confesar mis sentimientos en un día perfectamente soleado. El escenario sería en un lindo parque.

¡O una playa!

El choque de las olas formaría una agradable melodía, y el sol estaría brillando con alegría por presenciar nuestra bella escena; la de dos jóvenes enamorados confesando su amor.

De la nada, sonaría una melodía dulce, convirtiendo mi confesión más romántica.

Sparta me miraría con dulzura, y de sus atractivos labios saldrían palabras llenas de amor. Sin ningún insulto replicando lo tonto que soy.

Finalmente, yo bien romántico le tomaría suavemente de su mejilla colorada para darle un dulce beso en sus labios rosados. ¡Las olas del mar golpeaban con fuerza entre ellas, y gotas de agua salada caerían sobre nosotros! Y también las aves estarían en pleno vuelo en el cielo.

¡Sería tan romántico! Y... debería dejar de ver tanto anime o novelas.

Pero sería una confesión perfecta, ¿no?

Otra vez el tono de mi celular sonó, llenando mi cuarto vacío en la melodía de mi tono de llamada. No le tomé tanta importancia, preferiría seguir soñando con un final feliz, a que hablar con cualquier persona en llamada...

¡¿Y si era Sparta?!

Con rapidez tomé mi celular. Y el nombre que aparecía no era Sparta...

OH DIOS ES MIKE.

—¡¿QUÉ HAGO?!

Era demasiado pronto, ¿no? Quiero hablar con Mike, lo quiero mucho. Podría decir que también lo extraño.

Debo ser valiente. Así no era como quería que hablemos, pero no podía ignorarlo.

Respondí la llamada de inmediato. Sentí mi corazón latir con fuerza; el miedo parecía consumir todo mi cuerpo por completo. Estaba muy nervioso por lo que diría.

—¿Ari?

Joder. Sí era él.

—He-hey! Hombre, Miguel, buenos díaaas.

...

ME QUIERO TIRAR DE LA PUTA VENTANA. ¡¿CÓMO PUEDO SOLAMENTE DECIRLE ESO?!

Vamos, Ari. Controla tus sentimientos. No dejes que el miedo gane...

La "Familia" de SpartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora