Capitolo: 1.-Indietro.

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Abrió los ojos, todo parecía borroso, su cuerpo entumido no respondía, y sus pulmones respiraban apenas, sentía el frió recorrer cada parte de ella, mientras enfocaba su vista a su al rededor. Pudo mirar una habitación vacía, con antorchas colocadas en una fila en cada pared, iluminaban el lugar a la perfección.

  Trato de girar su cabeza, pero inmediatamente sintió dolor, ni siquiera podía mover los ojos, sin lastimarse. El miedo comenzó a invadirla, todo lo qué sentía apenas unos minutos, era: dolor y soledad, llenos de recuerdos. No supo si eran lágrimas, —o el liquido del cristal derretido que cubría todo su cuerpo ahora húmedo—; pero, cualquiera le hacía mucho daño en el pecho, más qué el dolor físico.

  «Armin, me alegra haber sido una buena persona para ti» recordó aquellas casi ultimas palabras, antes de su encierro. Cuando Armin la delató, sintió tanta paz, el trauma de la muerte de Marco, lo llevaba siempre en sus sueños, las personas que habían muerto debido a su deber, también. Y sin más se dejo atrapar por aquel muchacho realmente inteligente, y ella lo sabía, y aún así fue más su importancia, por saber qué él pensaba de ella, por ello mismo se rindió...

  Sentía más dolor, ya que le importaba más Armin, qué su deber, qué su vida propia... ahora podía volver a mirar esos ojos azules, aquellos junto con una sonrisa, cada vez qué lo veía por habito, en aquellos tiempos de reclutas.

  «De saber qué dolería tanto, tanto hacer esto, mejor... mejor no lo hubiera conocido» se dijo así misma, mientras trataba de mover sus brazos para poyarse en ellos, y tratar de organizar sus pensamientos ya qué llovían sobre ella, una palabra tras otra, recuerdos de las personas inocentes qué mató, sus manos llenas de sangre, aún las veía en sus sueños en el cristal.

  «Soy un monstruo, ¿átenme?, ¡quiero morir!» volvió a pensar. Sus brazos temblorosos, se comenzaron a mover, apoyando sus palmas en el suelo, ahí trató de levantarse, el dolor seguía en cada hueso, se escuchaban tronarse en cada movimiento. Con la poca firmeza qué poseía, se alzó:— Ouuhhh....—, dio un grito de dolor ahogado.

  Sintió los ojos llorosos, su cabello le impedían la vista, y sus lágrimas tampoco ayudaban. Se mantuvo del dorso hacía arriba firme, aún con los brazos temblorosos, siguió con sus piernas, aquellas de un reto mayor: sus tobillos parecían tiesos, las piernas no respondían.

    —A-Annie...—, escuchó una voz.

  Annie trato de secar sus ojos, y en ese movimiento, volvió a caer al suelo, su cuerpo no podía mantenerla de pie, por si sólo.

    —Escuché algunos ruidos, no creí...—, susurro— volviste.

  Annie no enfocaba todavía, pero podía identificar quien era: estatura media, cabello castaño claro, y esos ojos color ámbar, pero, parecía distinta a la ultima vez qué la vio, ahora tenía un semblante distinto...

  Annie no enfocaba todavía, pero podía identificar quien era: estatura media, cabello castaño claro, y esos ojos color ámbar, pero, parecía distinta a la ultima vez qué la vio, ahora tenía un semblante distinto

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«Que todo endurecimiento se desharía...» Armin repetía una y otra vez aquella frase de Gaby, en su cabeza. Lo había abandonado todo, todo, sólo para saber, verlo, si Annie estaba fuera de su cristal, tendría que verlo él mismo.

  Sabía a la perfección, que dejarlos solos: Mikasa, Jean, Connie... implicaba grandes consecuencias, y sin más se marchó, dando como escusa: a Annie quien sería una pieza clave a ese genocidio. Con gran velocidad, guiado por un sentimiento mayor qué su lógica, aquel de reencuentro, quizás ahora los recuerdos, anhelos, y sentimientos de Bertholdt, tenían absoluto poder sobre Armin, quien incapaz de callarlos, seguía veloz saliendo de la destrucción...

  ❝¿Realmente había perdido la razón?, ¿Bertholdt estuvo interfiriendo con mis ideas?❞, ahora mismo ni él lo entendía, pero comenzaba a creer qué sí, él deseo de Bertholdt por verla sólo una vez más, fue su ultimo sentimiento antes de morir, por ende Armin poseía aquel tan fuerte entre sus pensamientos.

  Annie la escuchaba, pero no entendía a lo qué se refería, tampoco tenía la fuerza para preguntar, mientras que Hitch desconocía a Annie casi del todo, apenas pudo bajarla hasta el último piso con ingenio propio, para no delatarla de su despertar

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  Annie la escuchaba, pero no entendía a lo qué se refería, tampoco tenía la fuerza para preguntar, mientras que Hitch desconocía a Annie casi del todo, apenas pudo bajarla hasta el último piso con ingenio propio, para no delatarla de su despertar. Todos se encontraban asustados, Paradis no tenía muros, y todos se encontraban en pánico por miedo los Titanes, queriendo refugiarse en la ciudad subterránea.

  Hitch pensando en las actitudes de Marlo, no se dejo vencer por el miedo, y decidió permanecer firme, si había peligro —ella defendería a los vulnerables —sin embargo, en su salida, (como última), pudo escuchar algunos sonidos provenientes de la prisión de Annie, no parecía haber nadie más que ella.

  Había odiado a Annie por la supuesta traición; aquello cambió al mirar a Armin, cuando la visitaba, y como él entendía los motivos qué la orillaron a convertirse en carne usada por Marleyanos, sintió tristeza, por no haberlo notado mientras compartía habitación con ella.

    —Te traeré ropa, sólo no hagas ruido. —Volvió a susurrar Hitch.

  Inmediatamente, salió, cerrando la puerta con llave, dejando a Annie casi en la oscuridad. Annie no comprendía nada, sólo que habían pasado cuatro años, y en ese tiempo todo cambió. Hitch no habló demasiado mientras estuvieron juntas, se mantuvo callada, y con los ojos casi tristes, algo que Annie odió, nadie debería mirarla más que con odio, sin compasión, sin nada mas que desprecio.

  Se levantó sólo del dorso nuevamente, dejando caer la sabana a su cintura, dejando al descubierto sus pechos, sus brazos seguían temblando. No era diferente a cuando se encontraba en el cristal, sentía dolor también ahí. Su sueño le pareció eterno, como un bucle donde todo se repetía: el dolor, y la culpabilidad; el sentimiento de castigo qué sentía tanto merecer.

Escuchó la puerta abrirse, Annie no miro, tenía la cabeza baja, perdida en su propia oscuridad...

    —E-Eres tú...



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Disculpen si me faltan detalles, pero no sé exactamente como plantearlos. Perdonen a este chico qué intenta escribir. :3

Se libre... Annie Leonhart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora