Sofía...

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Sofía...

Voy a empezar esta carta diciendo que lo siento...

Tú eres la persona que más me hizo dudar acerca de hacer lo que estoy por hacer y que (cuando estés leyendo esto) ya habré hecho.

Siempre fuiste mi cable a tierra, Sofi. Eras la única conexión que tenía con este planeta, mi ancla para que no me pierda en la inmensidad de mi océano (aunque ya estaba navegando a la deriva).

No quiero que te sientas mal por mi muerte, es lo que necesito y no lo ibas a poder evitar aunque te hubieras enterado a tiempo y hubieras intentado con todas tus fuerzas de hacerme entrar en razón para impedírmelo.

Tú sabes por qué lo hice. Sabes lo mucho que me duele la muerte de mi hermano y que siento que soy la única culpable de ese maldito accidente, de la separación de mis padres y su repentino desinterés por mí, por su abandono. Tú siempre estuviste apoyándome, pero nada puede con mi dolor, Sofi.

Estoy segura que lo habría hecho de todas formas, tarde o temprano. ¿Tú lo habrías hecho?

Es una pregunta muy estúpida, somos personas diferentes, que piensan y sienten de forma diferente. De seguro tú habrías manejado mejor las cosas.

Cómo sea, te quiero Sofía, me encantó vivir mi vida junto a ti, bailar junto a ti, reír junto a ti, llorar junto a ti. Lamento no poder abrazarte al momento en el que leas esta carta, pero quiero que sientas que te abrazo, porque eres lo único de lo que me arrepiento dejar atrás...

Te quiero Sofía

Dulce

Ocho Pasos - Finales ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora