Capítulo 1- El Comiezo De Una Nueva Era

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Heyy!!  Esta es mi primera historia así que todavía no sé muy bien como va esto. Por favor no juzguéis mucho mi forma de escribir, es un poco caótica pero espero ir mejorando con el tiempo :p

Desde el principio, tenía la esperanza de encontrar a más como yo. Siempre, desde que empecé a tener uso de razón he soñado con el día en el que eso ocurriera. El día en el que por fin me sintiera en casa, comprendida. Y finalmente, sucedió. Lo recuerdo como si fuera ayer mismo, el día que lo encontré en una ajetreada y animada calle de Madrid. Allí estaba él, en medio de toda esa gente, en la que todos los demás se encontraban detenidos en el tiempo; sin poder moverse ni articular palabra. Yo, al darme cuenta de su presencia y del sorprendente hecho de que aún se podía mover, me escondí tras un buzón de correos, lo primero que pude encontrar lo suficientemente grande para cubrirme por completo. 

Estaba aterrada ante el hecho de la nula experiencia que tenía. Nunca antes me había ocurrido esto, al menos que pudiera recordar. No sabía cómo reaccionar, jamás había visto una persona que se pudiera mover una vez yo hubiera chasqueado los dedos. Se suponía que una vez que el sonido de mi chasquido llenará el eco de las calles todo debía pararse, como había ocurrido todas esas otras veces. Sin embargo esta vez no fue así, hubo una persona que no se detuvo y siguió caminando hasta percatarse de lo que había ocurrido.

Él era un chico joven, no tenía nada de especial. Era alto, tanto que era extraño que no tuviera una complexión delgada acorde a su altura. Llevaba un tatuaje en el cuello, una marca de una gran garra dibujada sobresalía del cuello de su camiseta. Si lo hubiera encontrado cualquier otro día no me habría fijado en él, pero era imposible dejar de mirarlo cuando solo estábamos él y yo en ese momento.

Me gustaba hacer uso de mis poderes de vez en cuando para olvidar durante unos minutos del resto del mundo. También leer tenía el mismo efecto, pero esto era distinto, era el único momento en el que podía tener el control de mi vida. Nunca me sentí más libre que en esos pequeños instantes, cuando podía escapar de todo, del orfanato, e incluso de el vacío que dejaron mis padres al dejarme. Sin embargo, nunca había pensado en la posibilidad de que otra persona pudiera tener mis mismas capacidades. Era casi imposible, en mis diecisiete años nunca antes había dado con nadie así. Y a pesar de ello, allí estaba yo, escondida ante un extraño que me inspiraba más curiosidad de la que debería.

Así, tan ingenua e inocente como siempre me aproximé a aquel chico sin desconfiar de él, cosa que arrepentí enseguida. Con una agilidad sorprenderte y casi inhumana chico se dio la vuelta con gran agudeza  y me tiró al suelo. Yo todavía jadeando por el golpe que justo había recibido pude articular unas pocas palabras:

-Deja de agarrarme... - dije todavía tumbada en el suelo. Estaba en una posición complicada, pero mientras él pensaba que tenía el control, yo ya maquinaba como escapar de allí.

Pasaron algunos segundos, mas, él, haciendo caso omiso a mis palabras no movió ni un dedo. Y yo, harta ya de la situación conseguí escapar gracias a una técnica que uno de los veteranos del orfanato me había enseñado. El chico sorprendido, optó por agrandar la distancia entre nosotros y me observó cautelosamente durante los próximos minutos. Yo también permanecí inmóvil, intentando descifrar sus intenciones, vigilando cada pequeño movimiento que hacía. 

Pasaron así unos minutos, unos interminables minutos que a mí se me alargaron hasta llegar a ser horas. No cedimos ninguno de los dos, dando a entender que no daríamos el brazo a torcer en ningún momento. Hasta que él decidió dirigirse a mí. Y con una voz áspera por culpa del desprecio que aquellas palabras contenían me dijo algo que me dejó helada:

-"Oye tú, para ser una novata no peleas mal, pero no te lo creas mucho."- hizo una pausa para después añadir- "Entérate, no eres especial, somos mucho más como tú por todo el mundo. Los novatos como tú siempre son egocéntricos, pero tranquila, pronto se te pasará. Cuándo lleguemos al Hoyo se te bajarán los humos".- y tras decir eso una sonrisa maliciosa se formó en su rostro.

A continuación, y sin previo aviso, sentí un fuerte golpe en la cabeza. Mis últimos recuerdos de ese día fueron el buzón amarillo y la sombra de aquel chico que me sostenía por los hombros y me llevaba por una callejuela justo antes de que todo volviera a la normalidad. Los coches volvieron a circular, los pájaros continuaron piando. La gente ni se percató de que aquella chica que caminaba, con sus auriculares y un libro en la mano había desaparecido.

¿Qué os ha parecido el primer capítulo? Ojalá que os guste, dentro de nada subiré uno nuevo!!

Sin Tiempo Que PerderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora