Dédalo

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Artesano de su propio destino
Y su propia jaula.
Tenía la cabeza atrapada en un laberinto sin salida
Y los dedos bendecidos por los dioses
Para crear maravillas que solo pueden nacer
Del ingenio de una mente mortal.

Con ideas de libertad tan propias
De alguien con la cabeza en las nubes,
Ícaro era el único que le sostenía
Los pies para que no saliera volando.
Hasta que el deseo y la arrogancia
Se instalaron profundamente en su hijo,
Pajarillo enjaulado desde el nacimiento,
Y lo elevaron tan alto que el no pudo
Amortiguar su caída.

¿Y ahora qué sentido tenía poseer
La capacidad de que sus invenciones cobraran vida
Si la creación que más amaba
Yacía en lo más profundo del oscuro mar
Donde ya no podía rodearlo con sus brazos
Para alzarlo al cielo y enseñarle a volar?

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