Dicen que las primeras relaciones sexuales son malas y a pesar que ninguno de los dos era virgen, era nuestra primera vez en lo que a nuestro noviazgo respecta.
Siempre fui de charlar las cosas antes y sumado al "si dejamos de sentir lo mismo o no queremos seguir más hay que hablarlo" vino el "cuando te sientas listo, me decís". Obviamente la primer frase vino de mi parte, siempre fui inseguro de mí mismo por lo que asumía que algún día te cansarías o decidirías terminarlo todo, siendo la segunda frase de tu parte.
Confieso que cuando trajiste ese tema a colación se me vino a mi mente la relación que tuve con Sofía y creí que lo que querías era solamente sexo. Luego descubriría que no pero hasta ese mes de 2017 recién comenzado, septiembre, no lo sabía.
Coordinamos para encontrarnos en San Miguel a la tarde y de ahí iríamos a un albergue transitorio -lo que comúnmente se conoce como "telo"-, ninguno podía en su casa y ambos ya conocíamos esos lugares. Admito estar tan nervioso que llegué al punto de encuentro dos horas antes pero no por impaciencia, sino para beber y al principio solo tenía pensado tomar una sola botella de litro de cerveza que cuando quise notarlo ya eran tres.
Me enviaste un mensaje avisándome que estabas llegando, tomé rápido ese último trago y fui a buscarte. Como ya tenía en mente hacer esto de beber llevaba caramelos de menta y a lo bestia me metí tres juntos, hice un buche como si de agua se tratara y los escupí contra el cordón de la vereda, sonaron como monedas que se caen de las manos cuando uno busca cambio apresurado. No eran para comerlos, estos caramelos eran para disimular el aliento a alcohol, uno que en ese momento desconocía que ers demasiado fuerte.
Llegué a la parada, bajaste del 203 y sin que hablara o te saludara lo notaste e hiciste una cara que repetirías tantas veces a lo largo de nuestra relación, tantas que es difícil enumerarlas pero serían algo así equivalente al tiempo que estuviste esperándome.
-Estás borracho, Gonzalo.- afirmaste desilusionada y a pesar de que sabías que yo bebía jamás en tu vida te habías imaginado que me verías así.
Sacaste una botella de agua, esa botella era tuya y la llevabas a todos lados -con el tiempo sería parte funadamental de cada vez que nos viéramos-, me la ofreciste y preguntaste si me sentía bien. Caminamos un poco y lamentablemente para ambos preguntaste si quería ir a donde ya habíamos arreglado aclarando que al menos yo me podría recostar y ambos estaríamos más cómodos. Y así, fue, eso hicimos, fuimos hacia allí pero no me recosté ni estuvimos cómodos: tuvimos sexo. Me encantaría mentir y decir que hicimos el amor pero no fue así, fue horrible y no porque haya hecho un espectáculo petulante de mi parte sino porque la situación no ameritaba a que eso pasara y cuando ya estaba en casa, di por sentado que de seguro ya no querrías verme pero no fue así. Me llegó un mensaje tuyo, normal, ni siquiera era sobre lo que pasó, asumo que en tu interior querías obviarlo y seguir como si nada y así fue.
-La semana que viene podrías venir a conocer Merlo, hay una plaza cerca que está buena como para charlar y pasar tiempo juntos.- sugeriste y acepté.
Supongo que fue por el mal momento que pasamos pero un sábado que estaba trabajando, decidí cruzarme al local de enfrente y comprarte un presente: un osito de peluche, el primero que te regalaría. No quería uno que tuviese el típico "te amo" en el corazón así que busqué uno distinto, era de color beige y bien peludito, hermoso y para el día que nos estábamos por ver iba sonriéndo como idiota con la bolsa de regalo. La noche anterior te había adelantado que tenía algo para vos y haciendo un esfuerzo sobrehumano no te adelanté nada a pesar de tu insistencia.
Antes de bajar del tren a Merlo, te avisé que estaba cerca, bajé las escaleras, caminé el tunel y subí para el lado de la plaza, la cual creía era a la que te referías. Mientras subía levanté la mirada y te esperándome, casi en primavera aún hacía frío pero ese día estaba cálido y soleado, tan soleado que el sol iluminaba tu rostro y volvía rojas tus mejillas. Con el regalo atrás, escondiéndolo, te saludé y acto seguido te lo entregué. Nerviosa, te reías y temblando lo abriste. Me da ternura recordarlo pero te abanicaste con una mano y pestañaste varias veces mirando hacia arriba.
-Es la emoción, tranquilo.- respiraste hondo y me abrazaste -Es hermoso, Gonzalo, muchas gracias.- me abrazaste más fuerte y pude escuchar el sonido que hacés con la nariz cuando llorás.
-No llores, boluda, es un regalo nada más.- agregué.
-Ya sé, pero es hermoso y me encanta.- respondiste luego de secarte las lágrimas y sonreír.
-Suena la siguiente parte de "Baby I'm Yours" de Arctic Monkeys, esta interpretación es un cover que la banda británica hizo y pertenece a Van McCoy, dicha interpretación forma parte como cara B del EP 'Leave Before The Lights Come On', lanzado en el año 2006.-
"And I'll be yours
until the sun no
longer shines,
yours,
until the poets
run out of rhyme.In other words,
until the end of
time."La plaza a la que te referías no era esa donde estábamos sino que era una costeando la estación de Merlo y cruzando las vías del tren. Familiar, esta plaza es una esquina y aunque es pequeña siempre se ve mucha gente. Antes de ir allí fuimos a un autoservicio a comprar algo para comer y beber. Tomamos de las góndolas un par de bolsas de snacks y fuimos a la heladera por bebidas.
-Una o dos latas de cerveza podés, no te van a emborrachar pero solo esa cantidad por favor.- me sugeriste al darte cuenta que las miraba.
-¿Segura?- pregunto mientras sacás una botella de Coca-Cola.
-Sí, sé que querés y no te puedo obligar a que no lo hagas pero solo pido que te controles, por favor.- agregaste.
Y así fue, saqué dos latas de Brahma, pagamos en la caja y fuimos a la plaza. Charlamos, nos reímos y agregaste algo que aún me suena en la cabeza:
"Sé que un par no te hace mal y supe estos años que te vuelve más simpático por eso te lo acepto, además, algo que me encanta de vos es qur siempre supiste sacarme una sonrisa con tus ocurrencias y comentarios."
Se hacía tarde y como ya lo habíamos hablado te acompañaba a la parada de colectivo para que te tomes el 4 que te llevaba a tu casa. Ese día me explicaste cómo llegar allá mientras hacías una sonrisa pícara pero a diferencia de las otras veces que esperábamos tu transporte no hubieron 15 minutos más allí ya que ya había ocurrido eso en la plaza cuando te decía la hora que era, pero no para que te vayas sino para que no volvieras tarde.
Recuerdo que subiste al colectivo, te sentaste, me buscaste con la mirada -yo estaba esperando a que de marcha- y sonriendo al encontrarme me saludaste con alegría.
Vi el 4 doblar en la esquina y perderse en la plaza donde nos habíamos encontrado y al instante me llega un mensaje tuyo agradeciendo que haya esperado a que te vayas. Es lamentable que te lo confiese ahora pero ese día a diferencia de otros no me quedé esperando solo para eso. Las dos latas que había bebido me supieron a poco y ya había pensado ir a Pepper, una pizzería que conocía de las otras veces que había ido a Merlo, allí iría y tomaría una o dos cervezas antes de volver a mi casa sin que lo sepas vos, sería la primera vez que comenzaría a hacer esto siempre después que nos viéramos y a ocultártelo, para más tarde hacerlo antes, lo cual traería problemas en nuestra relación.
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L.D.M. (PARTE UNO)
Romance¿Existe el amor a primera vista? ¿Cómo sabemos que estamos enamorados? ¿Por qué actuamos de la forma que actuamos? No voy a responder ninguna de esas preguntas porque no tengo las respuesta pero les narraré una historia de desamor, de equivocaciones...